Lida Baarová fue una de las mujeres más hermosas de su tiempo, más que por sus dotes de actriz será recordada por haber sido la amante del poderoso Ministro de Propaganda, Joseph Goebbels, del régimen nazi. De amada y cotizada estrella de cine pasó a convertirse en traidora, colaboracionista y, más tarde, en olvidada actriz.
En su país natal, Checoslovaquia, Lida había participado en 19 largometrajes, obteniendo progresivamente mayor renombre y convirtiéndose en todo un referente del cine checoslovaco del periodo de entreguerras. Su fama se proyectó pronto en el extranjero, incluso el éxito de su película Barcarole, rodada en 1935, logró que los ojos de los productores de Hollywood se fijaran en ella.
Pero Lida siguió su carrera en un país vecino. En 1936 se trasladó a la Alemania nazi para trabajar en el estudio cinematográfico más importante del Tercer Reich, la UFA. Allí conocería al poderoso Ministro de Propaganda y mano derecha de Adolf Hitler, con quien mantuvo una relación que más tarde le pasaría una costosa factura.
En sus primeros años en Alemania, Lida mantuvo una relación con su compañero Gustav Frohlich, el actor de moda en ese entonces, muy querido por sus papeles de caballeroso galán en las comedias románticas que el gobierno nazi impulsaba.
Frohlich estaba casado con la actriz judía Gitta Alpar, pero eso no fue obstáculo para que Frohlich y Lida se mudaran a vivir juntos en una casa en el suburbio de Schwanenwerder, a solo tres puertas de un chalet que poseía Goebbels. La relación con Frohlich y el éxito de sus películas le abrieron la puerta a los altos círculos de la elite nazi. El mismo Hitler la invitó en una ocasión a tomar té en la Cancillería, aunque nada indica que el Führer haya tratado de sobrepasarse con ella.
Era bien conocido el interés de Goebbels por jóvenes actrices, pero la relación con Baarová alcanzó tal intensidad que el ministro estuvo dispuesto a dejar su privilegiada posición política por ella. Los primeros encuentros se produjeron en el yate “Baldur” de Goebbels, e incluso en cierta ocasión la invitó a que lo escuchara dar un discurso en el Congreso de Nuremberg, prometiéndole en algún momento tocar su cara con un pañuelo blanco como muestra de sus profundos sentimientos.
En 1937, un productor estadounidense le ofreció a Lida un contrato con la MGM por siete años para filmar en Hollywood, pero ella acabó rechazando la tentadora oferta.
El seductor Goebbls le llegó a decir a la joven actriz: “Nunca tendría en mi vida un amor por una mujer como el que siento por ti”. En 1938, Goebbels le hizo saber a Lida por teléfono, que le había confesado a su esposa la aventura que sostenían.
Poco después, Magda Goebbels decidió aclarar con Lida los límites que cada una debería respetar: “Soy la madre de sus hijos, yo estoy solamente interesada en lo que ocurre en esta casa en la que él vive, todo lo que suceda fuera de ella no tiene nada que ver conmigo”, le dijo. Solo le pidió una cosa: “Debe prometerme no tener un hijo suyo”.
Sin embargo, Magda percibió que su matrimonio estaba en riesgo, pues su marido se había enamorado profundamente de Lida. Así que cuando se enteró que Goebbels le había regalado a Lida una costosa pulsera de oro, decidió acudir a Hitler, solicitándole su intervención.
Hitler le tenía mucho afecto a Magda, quien había puesto a sus hijos nombres que comenzaban con la letra H para conmemorar el apellido del Führer. En el encuentro, Hitler le informó que no existían posibilidades de considerar el divorcio y que por el bien del partido y el de sus hijos el matrimonio debía preservarse. La familia Goebbels era filmada, fotografiada y promocionada durante el régimen como modelo perfecto de la familia aria.
Dos días después del encuentro con Magda, Hitler mandó llamar a Goebbels, para reclamarle su infidelidad. Para sorpresa del Führer, Goebbels le pidió nombrarlo embajador en Japón, cargo que se encontraba vacante, ahí iniciaría una nueva vida al lado de su amante. Hitler consideró absurda la propuesta y le prohibió volver a encontrarse con Lida.
A la mañana siguiente sonó el teléfono de Lida: En medio del llanto, Goebbels le informó la decisión del Führer y le dijo: “Te amo, Liduschka, no puedo vivir sin ti”.
A partir de entonces, la Gestapo empezó a vigilar a Baarova, se le prohibió trabajar en los estudios cinematográficos alemanes y participar en actos sociales. A pesar de que tenía prohibido salir del país, Lida logró huir y regresar a Praga.
Apresada por las tropas aliadas, fue condenada a muerte por colaboracionista, pero minutos antes de la ejecución llegó la exoneración, gracias a que su admirador y agente teatral pudo arreglar su libertad.
Lida intento reiniciar su carrera cinematográfica, pero fracasó, su madre murió de un paro cardiaco en un interrogatorio policiaco y su hermana se suicidó, pues le fue imposible la vida con el estigma que cargaba su hermana. .