La nota de la semana fue la carta que envió el presidente López Obrador a Felipe VI solicitando que España pida perdón por las crueldades cometidas por los conquistadores hace 500 años. Entre las diversas opiniones que se han presentado en la arena pública, me parece que los argumentos del historiador Alfredo Ávila son los más convincentes. El historiador de la UNAM dice lo siguiente:
1. “Hay Estados nacionales que han pedido perdón a otros por crímenes que cometieron. Macron lo hizo con Argelia por los excesos franceses de las décadas de 1950-1960, y Theresa May a los países del Caribe…
2. En otros casos, los Estados piden a sus propios pueblos residentes perdón por crímenes, como hizo Trudeau con pueblos indígenas por el trato que les dio Canadá en décadas pasadas.
3. En todos estos casos, se trata de gestos por actos y crímenes que cometieron los mencionados Estados, cuando ya existían como tales. Es decir, la Francia que reprimió a los argelinos es el mismo Estado francés que hoy aún existe.
4. El caso de la Conquista de México es diferente, pues ni el Estado español ni el mexicano existían en 1521. Contra lo que cree la mayoría, España no conquistó México. Esta es la versión que desde la independencia de México se empezó a construir para justificar la secesión.
11. El actual Estado español ya no es la monarquía católica. La nación española surgió en el siglo XIX, igual que México. Ambos países son herederos de la conquista y la monarquía católica, pero son organizaciones políticas diferentes. Son Estados nacionales modernos.
12. La nación española no es la que conquistó a la nación mexicana ni a los pueblos originarios. La conquista es un proceso complejo, muy cruel, en el que participaron numerosos grupos humanos.
13. La carta de López Obrador es resultado de la educación pública, promovida por el estado mexicano tras la revolución: una visión simple y maniquea. El presidente es muestra del éxito de esa política educativa.
14. En los viejos libros de texto se enseñaba que ‘nuestros’ ancestros eran los mexicas, no importa que el niño que se estuviera educando fuera un maya en Yucatán… o el nieto de un cántabro en Tabasco.”
En conclusión, Felipe VI no puede disculparse por la sencilla razón de que España no existía en ese tiempo (y él es la cabeza del Estado español) y en el grupo de las víctimas también hubo victimarios. Opinión que suscribo por completo.
Pero, además de esta reflexión, la solicitud del presidente tiene otros aspectos que vale la pena resaltar. En enero pasado, el Presidente recibió la primera visita de un jefe de gobierno extranjero. El presidente español Pedro Sánchez llegó con un regalo bajo el brazo: El acta de nacimiento del abuelo de AMLO, José Obrador nació en Cantabria en 1893 y escapó de España en 1917.
Al igual que Vicente Fox, AMLO es nieto de español. (Ya decía yo, que tenían cosas en común).
Y ¿qué tiene que ver esto?
Pues que esto ejemplifica lo que la inmensa mayoría de los mexicanos somos: mestizos. En nuestras venas corre sangre española e indígena. Carlos Fuentes lo resumió en una concisa frase: los mexicanos somos mitad europeos.
En un mundo multirracial y multicultural, los pueblos se mezclan de tal manera que apenas existen individuos genética y culturalmente puros, incluyendo los pueblos indígenas. De modo, que es muy difícil apelar, como lo hace AMLO, a los pueblos originarios.
Por otro lado, respecto a la culpabilidad de genocidios o masacres, ha surgido la pregunta si existe una culpa colectiva. Es decir, ¿debemos admitir que no sólo somos responsables de nuestros actos sino también de los que cometieron nuestros ancestros? ¿Son culpables los españoles de los delitos que cometieron sus parientes hace 500 años?
Lo más preocupante de todo esto es que confirma la obsesión del mandatario mexicano por el pasado. Sus visiones las configura de una historia que leyó mal. En su agenda política no aparece el futuro. Deberíamos estar discutiendo las medidas económicas que vamos a tomar ante la desaceleración estadounidense o ante el avance de la robotización y digitalización de la producción en China.
Pero, parece que el Ejecutivo y su anciano gabinete no preparan la 4T, sino una nueva entrada al paleolítico.