Los jueces que sí son jueces, las personas que vienen de carrera judicial, que se han preparado durante años para saber impartir justicia, aquellos que entienden lo que es Interpretar y argumentar, los que saben aplicar el control constitucional, se han visto obligados a salir a las redes sociales para publicitar su perfil profesional y hacer una extraña campaña.
Este proceso nace viciado, esta semana el mismo presidente del senado reconoció que el fuero era bueno porque sin el fuero habrían detenido a Yunes y que Yunes era bueno porque sin él no se habría logrado la reforma al poder judicial, entonces por una lógica elemental, fue necesario que se protegiera a un delincuente que luego negociara impunidad para sacar la reforma. Esto todo lo sabemos, lo vivimos hace unos meses, pero ahora nos lo recuerdan y claro que nos vuelve a dar en cara. Irónico que la reforma que pretende eliminar la impunidad haya nacido de una negociación de impunidad. Para los ciudadanos la elección además de representar un golpe al estado de derecho resulta totalmente incomprensible, los términos “Distrito, Circuito, Tribunal Colegiado de Apelación, Sala Superior”, etc. no les dicen nada, no entienden ni a quién van a elegir ni para que lo van a elegir, la conformación del Poder Judicial Federal es complicada y no se espera que nadie que no sea abogado la conozca, para la gente instruida existen los jueces y los ministros de la corte, para el grueso de la población todos son jueces y lo demás es terminología ajena que no les importa conocer. Entre los candidatos hay personas que nunca han vivido la intensidad de un juzgado, hay personas que pertenecen abiertamente a partidos políticos y así lo evidencian en sus redes sociales, pero lo peor es que los hay con vínculos a organizaciones de dudosa reputación. Siguiendo con el caos, las promesas de campaña que hablan de reducir el tiempo de resolución de asuntos suenan atractivas, todos quisiéramos una justicia más rápida, pero prometer sin saber resulta absurdo, es necesario haber vivido la cotidianeidad de un juzgado para entender que para poder agilizar los procesos sería necesario dar más presupuesto para contratar más personal. Con todo este desastre, sigo pensando que sí iré a votar, porque no me gusta que la historia me pase por la espalda, porque con mi voto apoyaré a los candidatos que sí saben lo que es un juzgado y tienen una vida dedicada a saber impartir justicia, y si los dados están echados y mi voto no sirve de nada, al menos en mi consciencia quedará que ante la catástrofe que vivimos, hice lo que pude.