Parece estar abriéndose una pequeña ventana para reformar el sistema de pensiones del país. En hora buena. Se requieren cambios urgentes. Más le vale al gobierno tomar la iniciativa, porque de algo podemos estar seguros: las pensiones se van a ajustar, ya sea por las buenas o por las malas.
Como están las cosas, la gran mayoría de los mexicanos no gozará de una pensión adecuada para tener un retiro digno. En el sistema de Afore la expectativa es jubilarse con menos de 30% del último salario. Además, muchos trabajadores tendrán problemas en alcanzar el tiempo de cotización suficiente para recibir una pensión.
Por otro lado, el gasto gubernamental en las pensiones para quienes se jubilan con los esquemas anteriores sigue subiendo año con año y se está comiendo cada vez un mayor pedazo del presupuesto. Este año el gobierno va a tener que desembolsar la friolera de un billón de pesos por este concepto, 15% del gasto público. Y la bola de nieve sigue creciendo a un ritmo de 10% anual. Claramente es insostenible esta situación. Algo se tiene que hacer. De lo contrario, no habrá dinero que alance.
A ningún gobierno le gusta reducir los beneficios de la población o cobrar más por ellos. Saben bien que el costo político es enorme. Basta ver las marchas que se han llevado a cabo en Francia y en Chile por cambios menores. En México no basta con una cirugía cosmética, se requiere una intervención profunda y dolorosa.
Incrementos en la edad del retiro, aumentos en las contribuciones, reducciones en los beneficios, disminución de la informalidad, aumentos en los impuestos generales, bajas en las comisiones de las Afore. Todas estas medidas están en la mesa y lo más probable es que se requiera una combinación de muchas de ellas para poner al sistema de pensiones en un rumbo sostenible y que a la vez cubra con la expectativa de un retiro digno de los mexicanos.
Podemos entender por qué el gobierno preferiría no entrarle al toro, pero las circunstancias lo están orillando a hacerlo. Encima de la creciente presión presupuestal de las pensiones de los regímenes antiguos, el próximo año se jubila la primera generación de retirados por el sistema de las Afore y las cosas no pintan nada bien.
El debate sobre cómo atacar el problema ya comenzó en forma. La iniciativa privada se prepara para hacer una propuesta. La Consar tiene una reforma lista. Veremos si el gobierno se sube al ruedo con la suficiente voluntad política para actuar.
El gobierno puede pensar que si patea el bote lo suficiente no habrá problema; que se pueden mantener los beneficios prometidos actuales, o incluso ampliarlos, sin tener que hacer sacrificios sustantivos. Se habla de “derechos adquiridos”. Lo son, pero por más que así sea existe una fuerza más poderosa: la de la gravedad financiera. No nos equivoquemos: si el gobierno no actúa, la gravedad financiera se encargará de traer sus infundadas expectativas (y las de millones de mexicanos) al suelo.