Magia. Eso es lo que produce ChatGPT, un chatbot de la empresa OpenAI. Sus repercusiones en diversos campos —desde educación y derecho hasta programación y periodismo— serán profundas. Tiene el potencial de ser un parteaguas en el mundo de la inteligencia artificial.
Para quienes no lo conocen, ChatGPT es como Google en esteroides. Puede generar texto de forma autónoma y responder preguntas en una variedad de contextos. Fue entrenado utilizando una gran cantidad de datos de internet, lo que le permite comprender y generar lenguaje natural con un alto grado de precisión. También se utiliza en una variedad de aplicaciones, como generación automática de contenido, asistentes virtuales y generación de diálogo.
He estado usando ChatGPT y debo de admitir que me costó trabajo creer lo que estaba viendo. La calidad de los textos que produce al hacerle preguntas específicas es impresionante. Parece un humano bien preparado quien responde y no un algoritmo.
No soy el único que está sorprendido con ChatGPT. Maestros no distinguen entre ensayos hechos por un chatbot y por alumnos, lo que ha detonado la alarma en el mundo académico. Estudiantes están entregando trabajos escritos en segundos por ChatGPT que les habría tomado horas preparar por sí mismos. Detectar que fue un algoritmo quien hizo la tarea no es fácil para los maestros no solo porque están bien escritos sino porque los textos no están plagiados de alguna página de Internet (para lo cual existen herramientas). Son originales, solo que escritos por un asistente digital.
Igual que ChatGPT puede redactar un ensayo también puede escribir un libro, una opinión legal o un código computacional. Que se preparen novelistas, abogados y programadores para la nueva competencia digital. En un tema más personal, el chatbot también puede escribir una columna periodística. El potencial de sacudir industrias enteras, y de paso hacer obsoletos miles de trabajos, es enorme.
Estoy seguro de que habrá lectores escépticos que piensan que estoy exagerando sobre la capacidad de esta herramienta. Los invito a tratarla. Mientras tanto le comento que un párrafo de este artículo lo escribió ChatGPT (adivine). Y lo increíble es que la versión actual es apenas una de las primeras. La siguiente saldrá pronto y, según algunas fuentes, será 100 veces más potente.
Además de poner en peligro distintas profesiones (la mía incluida), ChatGPT puso en jaque a Google. El gigante de Silicon Valley está consciente del peligro que representa para su jugoso negocio de vender publicidad en búsquedas por internet y ha declarado una “alerta roja” para defender su posición. Se espera que pronto lance LaMDA, su propia oferta de inteligencia artificial, para competir con OpenAI. Por su parte Microsoft, acérrimo rival de Google, se ha percatado del potencial de ChatGPT y recién anunció que invertirá 10 mil millones de dólares en OpenAI. Estamos en un punto de inflexión.