Circula en estos días una carta en la que, entre firmas de personas muy valiosas, se encuentra la mía. Por razones que no interesan, soy muy reticente a “abajofirmar”. Esta vez no dudé. El motivo: que la carta es para pedirle al presidente López Obrador que no abra la puerta de su gobierno a Alfredo Jalife, de quien dijo que podría considerar para un cargo y al que se refirió como una “muy buena persona”.
Como dice la carta, Jalife, que escribe en una merecida y creciente marginalidad, se mueve cómodamente de la homofobia, al machismo condescendiente, a la manifestación más baja del conspiracionismo, que es el antisemita, una plaga que padecen recurrentemente, por ejemplo, Isaac Katz, Carlos Alazraki, Enrique Krauze o León Krauze, y de la que hablé antes en este espacio. Dije aquella vez que los exabruptos antisemitas, nauseabundos, deprimentes, preocupantes, numerosos, nacidos de entre simpatizantes de la 4T, se traducían en una buena oportunidad de que todos, o sea el Presidente, sus muchos seguidores libres de esos prejuicios y sus críticos, en conjunto, dejáramos claro que, más allá de nuestras diferencias, hay códigos mínimos compartidos; acuerdos elementales de esos que distinguen a una buena democracia; un piso común de decencia, digamos. A estas alturas, sería de una ingenuidad colosal pretender semejante cosa. Pero sí hay algo que decir sobre el asunto.
El Presidente es libre de creer que la misoginia, la homofobia y el racismo son compatibles con el hecho de ser una buena persona. En cambio, como jefe del Estado mexicano, con sus leyes, y como el presidente que él y sus seguidores juraron que defendería la inclusión, que era el único candidato que tenía una agenda de defensa de los derechos humanos, el único progresista, no tiene derecho a incrustar el prejuicio violento y el discurso de odio en un gobierno que, en teoría, es de todos y para todos.
A veces, sí, las cosas son injustas y también ilegales.
***
No toda la 4T comulga con Jalife, que insulta recurrentemente a la Polevnsky no por esa fascinación tan suya por tiranos y torturadores como Maduro o Ramiro Valdez, no, sino por su “religión judía”.
@juliopatan09
