El concepto de austeridad, puede ser interpretado de diversas maneras, de acuerdo a lo que cada persona considere implica en su vida o actuar cotidiano, por ejemplo, habrá quien considere que ser austero implica ser sencillo o ahorrar gastando sólo en lo indispensable, vivir en la medianía y sobre todo ser una persona moderada en todos los sentidos, siendo sobrio y llevando una vida sin excesos. Si nos preguntamos ¿Cuál debe ser el rasgo distintivo de lo que debe ser en estricto sentido un gobierno austero? Las cosas toman otro giro, ya que no estamos hablando de la forma de conducirse de una persona o grupo que repercute en sólo unos cuantos, sino por el contrario se afectan a millones de personas subordinadas al aparato gubernamental y que deben adaptarse a los nuevos tiempos y momento que vive el país.
Jhon M. Ackerman investigador del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM afirma que: “Bajo la influencia de la ideología neoliberal muchos hoy entienden la austeridad como equivalente a la reducción de los apoyos a los más necesitados, en lugar de su sentido originario de la limitación de los excesos de los más privilegiados”.
Es así ,que por ello la iniciativa de La ley de Austeridad Republicana ya aprobada por la Cámara de Diputados y en estudio en las Comisiones Unidas de Hacienda y Estudios Legislativos, Segunda del Senado de la República y que será sometida a discusión del pleno, tiene como objetivo central acotar los excesos del Gobierno Federal en materia de presupuesto y hacer más eficiente el gasto público.
Además, establece que las dependencias públicas ajustarán sus estructuras orgánicas y ocupacionales de conformidad con los principios de racionalidad y austeridad republicana.
El artículo cuarto señala que el objetivo de la ley es: “combatir la desigualdad social, la corrupción, la avaricia y el despilfarro de los bienes y recursos nacionales, administrando los recursos con eficiencia, eficacia, economía , transparencia y honradez para satisfacer los objetivos a los que están destinados”.
Otro de los elementos a destacar de esta nueva ley, es que propone la desaparición de plazas con nivel de dirección general adjunta. Limita a tres el número de asesores permitidos por dependencia, y señala que sólo los titulares de éstas podrán tener secretario particular.
También se eliminan las contrataciones de “asesores” y choferes así como una reducción significativa de los gastos de viáticos, telefonía celular y papelería.
Lograr la austeridad en el gobierno federal, fue una de las promesas de López Obrador en su campaña por la Presidencia, pero además una de las demandas más sentidas de los ciudadanos.
Es evidente, que en este nuevo modelo del ejercicio de la función pública y con una austeridad eficaz, serán pocos los que acepten trabajar en el gobierno y quienes lo hagan deben tener presente que se terminaron los excesos y abusos en el ejercicio del presupuesto.