-“Que la sabiduría habite en su corazón”.
-“Dios está en todos lados”.
-“Que tengas un bonito día de viernes Santo y Dios lo llene de bendiciones para ti y los tuyos”.
-“Amén…tiempo de reflexión. Bendecido día”.
-“Efectivamente, la luz había entrado en mi interior.
Es maravilloso sentir que Él nos ama con nuestras debilidades…Ese día lloré por primera vez el llanto más dulce y liberador, el llanto del perdón y la gratitud…Él nos ama y su amor nos lo demostró en la Cruz”.
-“Reflexionemos la pasión de Cristo”.
-“En la ciencia se genera y se duda, y en la religión se cree y se fortalece.
La mirada es opuesta, por los campos diferentes, sin embargo, a generar y encomendarse al todopoderoso”.
-“Fe, esperanza y amor. ¡Gracias, Jesús, por amarnos tanto”.
-“Jesucristo era un revolucionario espiritual, un iniciado, no se ha entendido su mensaje…”.
-“Dios siempre está a nuestro alcance, pero nos enfrascamos en nuestro pequeño mundo individual que nos olvidamos de Él”.
Las anteriores citas son mensajes que recibí este Viernes Santo de parte de familiares y amigos, de contactos.
El día fue propicio para externar sentimientos, para desear amor y paz, para invitar a reflexionar, para enviar también videos y mensajes que pusieron a Jesucristo en el centro de ellos.
Es decir, la palabra viva y la buena vibra aquí permanecen, no es obsoleto creer o no creer en Dios, en Cristo.
Al menos este Viernes Santo Dios reapareció y fuerte en el ánimo de la gente, de la humanidad, del mundo entero.
Quiero pensar, y mejor quiero creer, que no estamos perdidos, que somos capaces de recuperar aunque sea un instante, unos minutos, unas horas, un par de días, la naturaleza del amor, de la amistad, de un gesto único e insuperable que nos trasciende: el amor de Dios.
Habrá, claro está, excepciones, las que nunca faltan, de aquellos y aquellas que prefieren ser omisos y llenarse de vacíos existenciales sin más nada.
Opto por emocionarme, por saber que la palabra me cimbra, me mueve y me conmueve.
Que no todo es guerra, soberbia, corrupción, crimen, violencia, agresión, deshumanización, comercio, mercenarismo, metalización, vacuidad, discriminación, racismo, olvido, política partidista. No.
Opto por emocionarme al ser receptor de palabras que reconfortan, que son un apapacho, que consuelan, que construyen o rehacen el corazón, que dan esperanza.
Opto por emocionarme y volver a creer. Creer en mí. Creer en ti. Creer en ellos y en ellas.
En mis hermanos, en mi familia, en mis amigos, en mis colegas, en los adultos, en los jóvenes, en la niñez. En el mundo.
¿Por qué no? Al menos este Viernes Santo ha valido la pena el sosiego, la paz, este reencuentro de la palabra con las palabras, con el corazón.