No podía ser de otra forma. Los llamados, o autollamados, o nombrados o autonombrados “intelectuales” que hicieron público su apoyo a la candidata presidencial del Prianrd, Xóchitl Gálvez, solo ratificaron su postura que desde hace años han difundido a través de los espacios que el sistema político les prodigó hasta el año 2018.
Su bloque no es nuevo, como tampoco la defensa a ultranza de una superestructura socioeconómica que relega a las mayorías de la población.
Están vinculados al poder de pe a pa, y no aceptan acabar de abandonar los privilegios que les permitió y permite ser protagonistas puntuales de un orden establecido por los partidos que hoy enfrentan, más que a Morena y al presidente, al lopezobradorismo que llevará a Claudia Sheinbaum a convertirse en la primera mujer que esté al frente del Poder Ejecutivo.
Los “intelectuales” mexicanos, al menos los que aparecen en la lista.
No necesariamente cubren tal definición sino que gracias a su oportunismo han sabido casarse con el poder político y hacer esa relación con el poder económico.
Han sido arribistas, trepadores y exquisitos para vender sus talentos creadores y servir de damas y damos de compañía a esa superestructura de poder hegemónico sin observar el amplísimo espectro social que es México, que es la sociedad civil, que es lo que ese sistema que defienden estructuró y consolidó por décadas para minar la fuerza de la sociedad menos venturosa del país.
Los “intelectuales”, pues, o al menos ese estrato que conocemos y vemos continuamente en los medios impresos y electrónicos, en instituciones de educación superior privadas, incluso que han penetrado por sus habilidades creadoras a organismos y dependencias culturales, son parte del grave problema de la negación del México de las mayorías.
Ese México no les interesa, no les importa en términos reales, su pensamiento clasista subyace donde están y donde estén. Si se mecieron en las bondades que otros gobiernos les otorgaron, si formaron equipos, grupos, capillas y más vicios alrededor del erario por las canonjías que AMLO les cortó, asoman otra vez su ambición con un llamado por demás demagógico.
¿Intelectuales apoyando al PRI, al PAN y ahora hasta al PRD? ¿A la señora X en serio? No sorprende nada.
Su concepción, así las cosas, del México que pretenden no es la concepción del México que los niños, jóvenes, universitarios, obreros, campesinos, mujeres y hombres pertenecientes a éstos tienen y anhelan.
Esos intelectuales, muy pero muy lejos de los intelectuales y creadores mexicanos (as) que todavía hoy son referentes incluso en el mundo por su obra, pensamiento y congruencia social.
En ambos sexos contamos con escritores, poetas, pintores, muralistas, músicos, bailarinas, actrices, dramaturgos, periodistas, y más creadores que supieron ser leales al país, al pueblo.
Son, incluso después de su muerte y otros vigente, citados, nombrados y un orgullo de veras para la vasta historia de la intelectualidad nacionalista.
Esa lista de innombrables, quedará para la posteridad.
Hablan de autoritarismo y olvidan la dictadura priísta.
Hablan de amenazas a la democracia, y olvidan los sistemáticos fraudes cometidos a lo largo y ancho del país antes del triunfo de Morena en 2018.
Hablan de corrupción política, y olvidan a los numerosos priístas y algunos panistas presos hoy.
Hablan de inseguridad, pero no citan al calderonismo ni a García Luna.
Y hablan de militarización, pero no de lo putrefacto de las policías federal, estatales y municipales aún en este 2024.
Si ellos y ellas son quienes debieran iluminar con sus aptitudes intelectuales el camino de las mayorías de los mexicanos, ¿por qué las vuelven a abandonar?