La siempre bien querida Cristina Pacheco (Cristina Romo Hernández, septiembre 1942 – diciembre 2023), todo lo hizo bien.
Periodismo y literatura. Observó para escribir. Reflexionó para escribir. Platicó para escribir.
Escuchó para escribir. Conversó para escribir. Olió y hurgó en lo humano y lo puso en el centro de su atención, de su pluma, de su voz y de su corazón.
Buscó a quienes la mayoría, empezando por la mayoría de los periodistas, no buscan, o al menos no para morderlos con el morbo ni el sensacionalismo mediático viraliza.
Abordó lo difícil, lo duro, lo crítico, y simplemente lo informó, e incidió con inteligencia, sin alarde de nada.
Reivindicó el buen periodismo.
¡Cómo te vamos a extrañar, amable Cristina! Hizo sobrecogedora literatura sin lastimar más a sus lectores, sin recurrir a los recovecos del lenguaje ni en piezas inentendibles para la mayoría.
Humana, sensible, sentimental, amorosa, ética. Cristina Pacheco fue Cristina Pacheco de principio a fin, congruente, vital, necesaria, digno ejemplo tanto en el periodismo como en la literatura, incuestionable en su palabra escrita, en sus programas de radio y televisión.
No altiva, no diva, no presumía.
Crítica sutil, crítica social, crítica política para que todo el mundo leyera, escuchara, viera y entendiera.
Vivió con emoción y nos comunicó su compromiso como periodista y escritora para ofrecernos otra manera de revelarnos la realidad de la existencia de los desposeídos, de los olvidados, de los pobres, de los marginados, de los azotados por la naturaleza y por las autoridades, de los abandonados en lugares ultrajados por la desdicha.
Fue, Doña Cristina Pacheco, un vínculo exacto entre la vida de la población sin nombre, a la que fue a su encuentro, a la que palpó para recogerla y convertirlas en historias, increíbles historias que solo ella pudo lograr estructurar, narrarlas como crónicas, como reportajes, como entrevistas… como solo es posible a través del buen periodismo que solo pueden hacer personas buenas.
Gracias Señora por su vocación, por su periodismo total.
Gracias por su vocación humanista que plasmó en sus los relatos que, al menos a mí, me atraparon, me cautivaron, me enseñaron a valorar la vida de esa gente que para innumerables colegas apenas son nota roja.
Gracias por dejarnos Sopita de fideo, Zona de desastre, Mar de historias, Limpios de todo amor, Los trabajos perdidos, y más textos imperdibles, como sus programas en radio y televisión.
Fue, y es Usted, un homenaje, una honra para el periodismo y la literatura. Una honra para México…
*Dudoso, por decir lo menos, el debut público, al menos en Torreón, de la Secretaría de Cultura del gobierno de Coahuila.
En un banner oficial anunció de su “Navilibros” (obsequio de libros el miércoles 20 de este mes).
Difundió que sería a las 12:00 horas en la Plaza de Armas de Torreón.
Otro periodista cultural, de muy larga trayectoria, y un servidor, acudimos.
Nada, no hubo nada, o bueno, sí: mucha gente, vendedores de frituras, de aguas, de paletas, los aseadores de calzado, la mesa de reclutamiento de personal, personas mayores… y libros, libros a la venta ahí desde hace meses.
Un contacto de la SC en Torreón, al preguntarle sobre el tema, me contestó que no estaba enterado, que los empleados de la secretaría acudirán a La Jabonera el 8 de enero “a ver qué va a pasar con nosotros”.
El mismo miércoles 20 –ya noche- me llega un mensaje con fotos de la mencionada mesa de libros ¡en la Plaza Mayor!
Han pasado 23 días y en Torreón se ignora por completo qué hará o dirá que hará el gobierno de Coahuila pa’ delante en materia cultural.
En tanto, este inicio de política cultural estatal nomás no funcionó.
(¡Felices días navideños plenos de alegría, paz y amor! Regalen libros)