Política

El México que no existe

  • Columna de Juan Noé Fernández Andrade
  • El México que no existe
  • Juan Noé Fernández Andrade

Si no mal recuerdo, era yo estudiante de bachillerato cuando una maestra nos pidió escribir un texto referente al lenguaje y las declaraciones de nuestros gobernantes y de quienes andaban metidos en la cosa pública en aquellos años (1976 más o menos). 

En resumen, concluí, si con esas palabras construíamos a nuestro país, México era entonces un país maravilloso: justo, de leyes, pacífico, culto, educado.

Obvio, no era tal. Y peor aún, no es así.

Los casos de Nuevo León, del INE, de la Suprema Corte de Justicia, del proceso electoral, de los partidos políticos y sus mercenarias alianzas, la desgracia de Acapulco, los asesinatos en Guanajuato, Zacatecas, Jalisco, Morelos y otras entidades; los feminicidios en todo el país, la corrupción, las desapariciones forzadas, el secuestro de personas, la defensa a ultranza de obras públicas costosísimas e innecesarias -por ahora-, el manejo sesgado de la información periodística, lo sangriento de los noticiarios televisivos, los abusos en precios de productos alimenticios, la disparidad en el costo del litro de gasolina, la sobreexplotación del recurso hídrico en la Laguna, el machismo y ahora el mujerismo, y un largo etcétera, son el pan diario de esas autoridades y dirigentes partidistas, de las y los políticos que hacen de México un títere, un muñeco de trapo, y no un lugar ni un país digno.

Es un discurso o narrativa golpistas, de exclusión del de enfrente, declaraciones de miedo y vergonzantes. 

Sus expresiones comunican riesgos, temor, es un ejercicio deliberado de control, masificado al extremo a través de toda la red de predominancia que impacta en lo emocional y nunca en el raciocinio.

Así son ellas y ellos, los entes que ejercen un control autoasignado sin límite en su discurso persuasivo.

Qué lamentable que México sea un país solo de declaraciones, casi un solo país en los congresos y el senado, en las cámaras y organismos empresariales, y otro país para el grueso de la población. 

Un país legalista a conveniencia de esos grupos, pero no un país de leyes para la gente.

El recurso es el enfrentamiento y la destrucción como herramientas políticas, a falta de honor y liderazgo natural, de sensibilidad y empatía. 

La política como mercancía, como producto comercializado, como estrategia de venta al mejor postor.

Ese México de declaraciones no es verdadero. Ese México de las alianzas partidistas infames no es cierto. 

Ese México no existe. Es el que han construido muchos de sus gobernantes, muchas mentalidades perversas, enfermas y obsesionadas por el poder.

Tengamos cuidado con lo que escuchamos, con lo que leemos, con lo que vemos, con las peroratas, chismes, rumores. 

Cuidado con el lenguaje tramposo, sí, del que malamente echan mano en la política cuando la política debiera volver a ser un arte para humanizarnos, para ennoblecernos.

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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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