En este espacio de Notivox he sostenido que la prensa en México -incluyendo a los medios escritos y electrónicos-, con la llegada al Ejecutivo de Andrés Manuel López Obrador, marcaría un antes y un después.
Fue al tercer intento por obtener el cargo más alto en la vida pública del país, que AMLO, con un apoyo multitudinario, derrotó no solo al PAN y al PRI, únicos partidos que habían gobernado desde Los Pinos -con aciertos, errores, pecados, omisiones, lo imaginado, imaginable e impensable-, sino también sacudió a un numeroso grupo de esa prensa que, ni modo de no reconocerlo y con las excepciones de rigor, tenía establecida una relación mercenaria desde años atrás.
Un amasiato que cogobernó.
Hoy, a 29 meses de su gobierno, muy a su estilo y forma, con un discurso a veces demoledor y otras esperanzador; o dubitativo, demagogo, didáctico, emotivo y conciliador, AMLO provoca que esa prensa, a la que califica o descalifica, que sabemos es proba u oprobiosa, “famosa” o ignorada, le dedique, casi las 24 horas del día, portadas, interiores, columnas, editoriales, artículos, fotografías e infaltables citas, menciones y análisis.
Es, dijeran los clásicos: ave de todas las tempestades.
Ojalá que, al término de su mandato, sepamos de un reporte estadístico, detallado, de cómo López Obrador “ocupó” esos espacios entre la industria mediática mexicana.
Nos sorprenderíamos.
Su posicionamiento a través de Las mañaneras, interesante o repetitiva, da pie a que en los medios se polemice, discuta, debata.
Que si esto o lo otro, que si violenta y agrede, que si juzga y complace, enmascara o desenmascara, compara y sentencia, acierta o yerra…
Lo que haga y diga, se acepte o rechace, es el punto. Sus palabras, ilusionen o desencanten, atrapan.
Ahí están, nos envuelven, le dan imagen, lo visibilizan permanentemente, tiene la capacidad para estar en el pensamiento y boca de millones de personas, de periodistas profesionales y éticos, rectos; o inmorales, amorales y perversos.
¿Habrá entonces un antes y un después de la prensa de AMLO?
¿Y también en esta sociedad polarizada y contenida en sus casas?
Ocio:
¿Para qué se sube Riquelme al ring, a defender a un gobernador indefendible?