Ninguna huella digital es idéntica a otra, ni siquiera hermanos gemelos tienen los mismos dactilares. Igualmente, nuestra vida en internet crea una huella digital única que dice quiénes somos. No es solo lo que buscamos en internet, es cuándo lo buscamos, dónde estamos, qué estamos haciendo y con quién; lo que hicimos antes y a donde vamos después. Puede que nuestra identidad digital no sea la representación más auténtica de nuestra persona, pero es la más predictiva de lo que vamos a hacer.
Mi entrega pasada visitó el momento crucial en el que está Facebook y sus apps, Instagram y WhatsApp. Uno de los temas de esa columna fue el uso lucrativo que hace Facebook con nuestra información, pero no solo son las redes sociales las que tienen acceso y lucran con el rastro informático que deja nuestra vida digital. Apple, Google, Samsung, Amazon, Netflix, Uber, Disney, Spotify… Todas, incluso algunas que no se imaginan, como Ford o Nike, usan nuestra información para su propia mercadotecnia y tienen el derecho de venderla sin notificarnos.
Si no aterrador, al menos es increíblemente interesante y filosóficamente cautivador. ¿Somos lo que hacemos o lo que pensamos? “Pienso, por lo tanto existo”. Quizás… Navego, por lo tanto, existo. No hay un registro de lo que pensamos y, a menos que sean famosos, tampoco de lo que hacemos, pero no hay ni un movimiento en nuestra vida digital que no está registrado, analizado y utilizado.
Sales a correr, vas por un café, al súper, buscas dónde comprar calcetas, usas la navegación para llegar a una cita… Te ves con alguien, la ubicación de nuestros teléfonos no se puede apagar aunque la inhabilites; platicas con alguien de hacer un viaje, los micrófonos de nuestros teléfonos siempre están encendidos; caminas por el súper, algunos Wal-Mart tienen geo-ubicación que detecta cuánto tiempo pasas en cada pasillo y lo correlaciona con tu cuenta; vas manejando y un historial se forma de cuánto tiempo pasas en cada calle y parada, además de tu origen y destino y qué publicidad hay en el camino. No es solo lo que haces, es en el orden en el que lo haces y qué factores te influenciaron a hacerlo y con qué resultados, la información se vende a terceros y se amarra en modelos predictivos que conocen tus hábitos y comportamiento mejor que tú mismo.
Cuando salió la película Inception en 2010 el comentario más difundido fue que la noción de que se implantara una idea en tu mente era demasiado ficciosa y complicada. Tan solo unos años después es una realidad. No es solo que tu celular sabe que te gusta viajar, quizás nunca vas a consumir los viajes que te sugiere la publicidad digital, es que la mercadotecnia digital sabe manipular tu sueño de viajar para hacerte comprar un par de calcetas.
No importa qué tan inteligente seas, qué tan desconectado te sientas de publicidad, lo crítico y disciplinado que sea tu pensamiento, todo eso puede ser tomado en cuenta para determinar qué información ponerte enfrente para vender tu voto, opinión, decisiones de consumo y la poca libre voluntad que te queda.
Juan María Naveja