Política

Abuso policiaco

  • Columna de Juan María Naveja Diebold
  • Abuso policiaco
  • Juan María Naveja Diebold

La semana pasada J.K. Rowling, la autora de los libros de Harry Potter, hizo comentarios excluyentes de mujeres trans. Específicamente, ante una propuesta de reducir los lavatorios individuales para quienes no se sienten cómodos en las facilidades cisgénero con relación a la pandemia covid-19, Rowling expresó su disgusto con la inclusión con su singular talento por la lengua interpelando que se mantengan los servicios públicos para el uso de “mujeres que menstrúan”.

El comentario ha desatado una furia de críticas a la autora, algunas de las más fuertes de fanáticos de sus obras que ven traicionados los valores que expone en las mismas con sus políticas personales en la vida real. Los fanáticos más fervientes que se sienten engañados incluso están convocando a que deje el mundo que creó a plumas nuevas. No es un movimiento pequeño en redes sociales y blogs de fans, ha habido op-eds en los periódicos más grandes, manifestaciones trans en disfraces de magos y, por supuesto, la condena general de la comunidad.

Es interesante el caso porque, objetivamente, las historias de Rowling tienen un atractivo tan universal que todos sus lectores y televidentes han sentido que les habla directamente. Donde los fanáticos que ahora se sienten desilusionados vieron un mensaje de apertura, inclusión y progreso; quienes están de acuerdo con los comentarios ven una historia de tradición, protección y rechazo a una maldad abstracta. J.K. Es una autora de ficción, es su trabajo que el público se identifique con sus personajes y se sienta impreso en el mundo que creó.

Ahora que para quien quiera pintar a la autora como un enemigo del progreso, o peor un ángel guardián de valores conservadores, Rowling escribió a uno de los personajes principales de la saga homosexual en las más recientes secuelas.

La revisión ha traído críticas de ambos lados, primero por la falta de diversidad en su obra original y segundo por las manchas de borrador que inevitablemente quedan al corregir el plan inicial de una historia –un problema al igual que sus otros contemporáneos– la autora ha enfrentado múltiples veces en sus relatos.

Los progresistas dirían que, si no quieren tener que hacer revisiones, escriban sus narrativas incluyentes y diversas desde un inicio, pero es obvio que lo que es socialmente aceptado en el momento que se escriben, no lo es 30 años después y la carrera de un creativo hoy en día sobrevive la normatividad moral de su época. Conservadores se sentirán cómodos con este argumento e incluso dirán que no hay necesidad de adaptar el material nuevo que publiquen, pero ni el mercado lo aceptaría, ni genuinamente los creadores lo harían, también los autores cambian.

La policía de lo políticamente correcto está desatada. Sí, los boomers como Rowling, que ahorita tienen entre 55 y 75, escribieron y dijeron cosas en su juventud que hoy en día se ven ofensivas. Les garantizo que nuestras posturas actuales se verán retrógradas en unas décadas, así marca su paso el tiempo, es inevitable.

Al mismo tiempo, mostrar tolerancia y un entendimiento contextual de época, no sacrifica la búsqueda de progreso e incluso la puede fortalecer y tratar de cancelar, abolir y borrar cualquier muestra que no esté en la agenda política del día solo tacha los argumentos para el progreso que se quiere avanzar. Si quieren demostrar el valor de la cultura incluyente, escriban historias mejores con esos personajes, no traten de borrar las que no lo son.

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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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