La noticia nacional es que Santos venció al Toluca cuando nadie o pocos lo esperábamos.
Los laguneros fueron precisos y resultaron siendo preciosos porque sin mucho presionar quemaron al infierno en medio de las naturales dudas que el compromiso presentaba.
Fue un partido tenso donde las opciones claras y manifiestas de gol no fueron la tónica del encuentro.
Si recordamos la distinta generación de claridades ante cualquier marco, tenemos que concluir que León hizo pedazos al Santos. Monterrey de igual manera y no digamos Necaxa.
Con estos incómodos recuerdos se pretende traer a la mente que ganar un partido en algunas ocasiones es más producto de algo ocasional y no tanto de la constante insistencia sobre la portería rival.
Cuando menos se percibía viable, y en la agonía del primer tiempo una jugada más individual que colectiva, muy bien elaborada trajo el gol uno.
Aquí la sorpresa era que Santos no había avisado que podía ganar.
Cabe la duda si era Toluca el que jugaba a no jugar y confiaba más en su aparente superioridad que las excelentes virtudes de los verdes.
Y no era cuestión de actitud la cual es difícil interpretar.
Los laguneros se propusieron que los rojos les hicieran el menor daño posible donde Acevedo todavía no había sido exigido.
La victoria genera aire fresco y puro para Santos porque les recuerda que sí pueden.