En época de un Mundial se establecía la necesidad histórica de acceder al quinto partido como meta de calidad.
Ahora ni eso; ni al cuarto partido se pudo llegar, señal de que algunas cosas andan mal.
No es Jaime Lozano el único responsable, son los jugadores que al competir contra otro nivel demuestran sus escasos alcances.
También son los dirigentes que a nivel Liga Mx siguen permitiendo tantos extranjeros del montón que le regalan la titularidad por más leyes de Menores que pretendan aplicar.
Ni modo; ya bajaron la vara de calidad y casi es necesario volver a empezar.
Pero la premisa mayor sigue siendo la misma: la capacidad de nuestros jugadores no ha mejorado en comparación con cualquier generación.
Repasemos rápido. En Mundiales a modo, 1994 Estados Unidos, no se llegó al quinto partido.
Ahí participaron jugadores que hoy son comentaristas. En 1998, Francia, de igual manera.
Y podemos seguir repasando la inexistencia del quinto partido.
Hemos exagerados en nuestros supuestos alcances porque la economía de las empresas dueñas de los clubes es de talla excelsa.
Todos tenemos la obligación de bajarle a las exigencias porque sí, el futbol mexicano es poderoso en dineros, patrocinadores y mercadotecnia, no en cancha.
Esta enorme brecha de no haber podido llegar ni al cuarto partido debe ser la exigencia para ya no inflar tanto a nuestros queridos clubes.
O en su defecto, seguir gozando lo que tenemos como lo tenemos, bajar sueldos a todos, incluyendo extranjeros, no alabar de forma tan generosa y no quejarnos.
Los dueños y directivos deben ponerse de acuerdo para disminuir sus economías, no permitir tantos extranjeros ineficientes en los equipos y no inflar de más el espectáculo.
El amor que cada afición tiene por su respectivo equipo sobrepasa las capacidades del futbolista que ahora no pudo llegar ni al cuarto partido.
