Martín Anselmi ahora convertido en director técnico europeo pretende hacer del futbol soccer una actividad que va a requerir de inteligencia artificial; y no es exageración.
En días pasados al buen Martín se le ocurrió lanzar una serie de datos de su equipo en determinado juego donde hasta un experto matemático creería que lo aprendido en esta exacta ciencia, es basura comparado con las exposiciones de este argentino convertido en científico desde la banca.
Las ecuaciones de Anselmi transitan por una mente tan volátil que es capaz de haber pensado que él es mejor que cualquier gran futbolista que haya practicado este deporte en el mundo desde que nos dimos cuenta que existía una pelota y porterías.
Las décimas, los enteros, los valores y los rangos aritméticos, el lugar del campo y las ocasiones según Anselmi, matan la creatividad, intuición, sentido común, habilidad, pericia, picardía.
Lo humano que proviene de la inspiración y de la inteligencia es asesinado por los rangos y números de Anselmi que sigue creyendo en sus descubrimientos.
Pero lo peor es que lo contratan y lo mantienen, y hasta lo encumbran como si Pelé, Maradona, Cristiano y Messi, y muchos más, no existieran en la misma frecuencia y vida del futbol.
Los números y variables de Anselmi alocadamente sobrepasan a lo que otros deportes exponen.
Numéricos por naturaleza, el beisbol y el futbol americano, se prestan a medir jugada tras jugada, hombre por hombre.
Anselmi se ha convertido en un frágil redentor cuyas profecías son falsas.
En manos de este tipo de gente estamos cuando el futbol es sencillo por naturaleza.
No se necesitan planteamientos decimales que ayuden a entender por qué la pelota ingresa o no a un orificio custodiado por alguien que se afana y se prepara para que eso no suceda.
Virtud, habilidad, destreza, error, acierto, falla, actitud, lo humano pues, rebasa a lo que ciertos conceptos inventados pretenden explicar que el futbol es una nueva secta de una religión que ya existe.
