Santos ya puso el ejemplo. Podrá ser o no envidia de otros que aun suspiran por llegar.
La importancia de haber hecho buen torneo le ha valido para ganarse el máximo reconocimiento.
Toluca y Cruz Azul, formalmente eliminados, deben estar arrepentidos de no poder sostener su buena costumbre de al menos calificar.
Su nombre se va a extrañar en este evento aunque sus malas costumbres estén siendo constantes.
Los de más abajo en la tabla, sin opción a merecer, son nombres más acostumbrados a permanecer a la orilla que a verlos competir contra los bien portados.
Es el caso de Veracruz, Ciudad Juárez, Puebla y San Luis.
Las combinaciones aritméticas y las permutaciones de resultados junto con los marcadores, facilitan muchas interpretaciones o complican el posible futuro.
Ciertos equipos necesitan tanta ayuda de otros juegos que hasta (exagerando) requieren que Barcelona pierda.
Para poder comprender esta tonta simulación, las difíciles opciones están a merced de un “coletazo” que suele hacerse presente.
No sucede cada semestre pero se ha aparecido. Atlas es el más desprotegido aunque derrote a Monterrey. Las Chivas traen respiración artificial.
Morelia ya puede festejar su calificación porque, aunque lo alcancen en puntos, posee una diferencia de goles muy positiva (7) que lo blinda contra cualquier catástrofe.
Monterrey, tocado por los dioses, está a merced de su propio destino; ganar, pero como precisamente eso lo ha metido en líos, dudar de ellos es normal.
Tijuana necesita ganar y luego esperar, rezando o no, pero esperar porque arrastra una cruz negativa en la diferencia de goles (9).
Pachuca y Pumas se enfrentan entre sí, lo cual en apariencia los beneficia, pero los dos juntos no llegarán, si es que alguno accede.
Todo este enredo no aclarado hace que Santos vuelva a presentarse como el glorioso, el que acapara los méritos, el que pudo al más puro ejemplo.
Es el único en tener su número asegurado lo cual si lo beneficia o no, después veremos tal privilegio.
Para algunos, no calificar es ignominia. Otros ya están haciendo un arte. Para los distinguidos es una nueva obligación.
Las ingratitudes de las liguillas forman parte de nuestra forma de ser, así la queremos vivir, nos agrada porque sabemos que los clasificados saben rotar de un semestre a otro.
No sufren siempre los mismos pero tampoco gozan.
