Lucifer, el demonio, el diablo y todas sus huestes fueron asaltados y sometidos a la luz pública. Despiadada derrota al interior del averno que ayuda a pensar que el campeón será Pachuca.
La gran virtud de Toluca fue haber eliminado al #3 (Santos) y luego al #1 (América).
Es necesario y leal reconocerle esta osadía que como suele suceder en otras instancias de cualquier deporte, le despeja el camino a otro que termina siendo el gran ganador.
¿Cómo explicar este incendio?
Los demonios ya habían hecho mucho y se toparon con los pozos de los tuzos. Conocían la capacidad de su adversario pero no pudieron evitar que en su propio infierno fueran atrapados.
No hay una clara explicación a esto porque sigue siendo lúdico y morboso este jueguito.
Quien pretenda dar una explicación obvia a esta quemazón, puede recurrir a movimientos adentro del campo.
Al infierno no ingresan los bien portados, y menos si éstos pretenden incendiar el sagrado recinto. Queda como anécdota pero también como reconfirmación de algo; de qué.
Al #6 (hoy Toluca) le agrada el sufrimiento por eso cooperó a que esta desgracia ocurriera en su misma casa; hogar en llamas, fuego en su interior que Pachuca puso a disposición del buen futbol.
Los números no juegan porque ya jugaron. Sólo que ahora se atrevieron a realizar otro tipo de maldades.
Retaron al infierno, le declararon la guerra al que se dedica a hacer el mal. Imposible comprender con lógica que esto suceda porque el infierno se ha quemado.
No hay explicación convincente. El infierno se dedica a quemar.
Por ahora se revirtió el hecho. El cielo no puede estar contento; sería una maldad burlarse de su antagónico.