Debido a que el Santos no entusiasma y ni plantea ideas para mejorar, podemos darle la vuelta a otros equipos capaces de provocar novedades, que asombren hoy y valga la pena dedicarles atención.
Repitiendo; Santos se ha ido hundiendo poco a poco y solo, sin necesidad de que le ayuden o estorben. Sus actuaciones son deplorables y raquíticas sus disposiciones para tan siquiera intentar reaccionar.
Hoy al verlo sumido en la tabla general, por necesidad e inercia, vienen a la mente los gratos momentos que antaño se tuvieron porque despertaba entusiasmo y brindaba alegrías.
Aquello era poderoso para la mente de los habitantes de La Laguna que se sentían plenamente identificados con el Club lagunero.
Hoy todo es un desastre y no hay quien aparezca para confiar en la reconstrucción. He aquí el nuevo calvario y el reto a lograr.
Al ver a Cruz Azul bien montado en el liderato general actual da envidia y coraje al pensar que fue el rival de la última final que se disputó.
Los azules se han estabilizado y mejorado. Los verdes se han ido perdiendo en sus procesos y creencias. Aquí estriba la parte exótica de la situación.
Los capitalinos sin ser campeones todavía ya levantaron la mano para atraer la atención de otros, de todos.
Los regios ya jugaron entre ellos su propia final; y se pusieron contentos.
Vale; pero olvidan que compiten contra otros más, igual de entusiastas que ellos, y ahí es donde pierden credibilidad.
El sistema de competencia ayuda a los mediocres entre los cuales ya está bien ubicado el Santos.
Es una lástima y tristeza vivir esta incómoda realidad.