Lo peor que le puede pasar a una figura pública es convertirse en el meme de un meme, es decir, en una copia chafa de sí mismo. Ese personaje ya no podrá ser tomado en serio para nada. Creo que don Vicente Fox es el ejemplo más acabado de este tipo de cadáveres vivientes, aunque, por desdicha, son legión. “En casa del jabonero…”, dice la abuela hipotética, que todos sacan a colación cuando quieren echar mano del delicioso repertorio de dichos populares.
Pero esta tiktokera realidad está demasiado jabonosa como para que uno no se resbale, sobre todo si es una figura pública. No puedes ir a darte un rocanrol en un Tesla, con tu nuevo mejor amigo, quien es él mismo un tiktokero consumado; una especie de meme viviente que ni él mismo sabe ya cuándo actúa, o cuándo habla en serio. Digo, no puedes ir a pasear un rato con ese flamante amiguito tiktokero sin que se le ocurra a un grupito de migrantes, encerrados en calidad de delincuentes, armar un pequeño desmadre que les costaría la vida. Ni pasearse a gusto lo dejan a uno, diría el canciller en el idílico Tesla que conducía por los valles de Samuelandia.
También podemos preguntarle por el piso resbaloso al otro secretario y seguro nos dirá que: lo más importante en este tipo de situaciones, es consultar el manual del perfecto control de daños escrito por Homero Simpson. El cual recomienda acudir de inmediato al noticiero más desprestigiado de la tele y decir a los cuatro vientos, que todos te escuchen, que tú no eres responsable de las prisiones, centros de detención o jaulas, del Instituto Nacional de Migración, aunque este caiga dentro las responsabilidades de la secretaría que tú diriges. Es preciso deslindarse, ¿por qué será que detesto ese maldito verbo: deslindar?
Hoy, el presidente, en La Mañanera, que jamás había mencionado en este espacio, citaba a Maquiavelo, supongo que los de su gabinete lo habrá leído, yo lo he revisado un par de veces como obra literaria, porque como manual de operación, a mí no me sirve puesto que no soy político, Dios me libre. Una cualidad que recomienda el florentino es la prudencia, el buen príncipe o gobernante, debe abrazar la prudencia. Lo cual yo traduciría en la actual circunstancia como: guardar silencio, asumir responsabilidades y alejarse un poco del ruido. Imaginar que hay personas cobrando un dineral por asesorar a estos señores; con esos asesores no necesitan enemigos.
Ps. Si con esta desgracia no se reestructura esa cloaca maloliente que es el INM, no sé entonces qué es lo que esperan que suceda. No hay palabras para nombrar la desdicha que somos.