Fue en pleno martes de carnaval que los demonios se soltaron y desde el Barrio de Brooklyn nos llegó la noticia, por la cual nos enteramos, casi al mismo tiempo que el propio Juez Cogan, que el otrora superpolicía Genaro García Luna había sido encontrado culpable de todas las fechorías que se le achacaban.
Que yo recuerde, jamás había habido un juicio que generara tales reacciones entre la ciudadanía. Son tan eficaces los admiradores incondicionales que aún tiene el impresentable Metralleta (así lo llamaban sus amigos malandracos) entre la gente del gremio periodístico que casi logran convencernos de que Felipe Calderón fue un prócer, y su achichincle, un héroe incomprendido. Pero llegó el martes de carnaval y apareció el contundente veredicto del jurado cuando casi nadie se lo esperaba. Ni el tal Alfred Hitchcock nos hubiera sometido a ese nivel de suspenso.
“Ya pidieron tres carpetas” decía el corresponsal, y nosotros comenzábamos a comernos las uñas.
“Lo que pasa es que están estudiando bien el caso y se pueden tardar varias semanas en deliberar” y ahora nos fumábamos un cigarro a escondidas, porque ahora si fumas tabaco, eres un puerco vicioso; en cambio, si fumas marihuana eres sólo practicante de un modo de vida alternativo.
Tal parece que el tal Genaro tenía tantos amigos en el gremio de los mafiosos, como en el de los periodistas. A veces pienso que ambos grupos pertenecen a la misma calaña; aunque yo creo que más de un malandro arrugaría la nariz si tuviera que codearse con ciertos periodistas.
Viéndolo bien creo que el hecho de que existan los hinchas de García Luna agregó un poco de tensión al asunto y, con ello, lo tornó más interesante que un cuarto partido de la selección. Nos mantuvo en la orilla del asiento y nos volvió expertos instantáneos en el sistema judicial de los gabachos.
“Esos de la fiscalía son unos novatos; los están haciendo quedar en ridículo.” Decían los hinchas del equipo Metralleta. Y nosotros nos encabronábamos con el hipotético entrenador de la fiscalía.
Algunas voces menos interesadas en el futuro de don Genaro, es decir, más objetivas, aseguraban que no había buenos augurios para el amigo, socio, confidente y cómplice de Felipe Calderón. Entonces llegó el mardi gras y, con él, el apabullante marcador de 5-0 contra los del equipo GGL. Lástima que nadie quiso salir a celebrar conmigo, quizá tengan razón y no haya nada que celebrar, pues mientras un jurado declaraba culpable al susodicho, un solícito tribunal administrativo de la Ciudad de México desbloqueaba las cuentas de García Luna que habían sido congeladas por la UIF. ¿Será que los miembros de ese tribunal son también hinchas del equipo Metralleta?
Juan Casas
Twitter: @contraperiplos