Ha llegado el momento propicio para los recuentos, este último mes ha entrado en su etapa final, languidece el año y durante estas dos últimas semanas (de hecho sólo le resta semana y media al presente). Como pequeños brotes, comenzarán a aparecer las listas de las mejores y las peores cosas que se suscitaron durante el presente 2022. Las mejores canciones del año, los personajes destacados, los momentos más chuscos, los más sonados escándalos.
Soy enemigo de las listas y tampoco me entusiasman las recolecciones de momentos insignes de un periodo de tiempo, así sea de 365 días; sin embargo, creo que este año tiene cierta peculiaridad. Hay algo que lo hace distinto a los demás y lo mejor de todo es que actuamos como si no nos diéramos cuenta del portento que constituye el simple y banal hecho de estar vivo. La buena noticia es que este año se distingue por algo que no tiene, por fortuna, nada que ver con la política. Digo “por fortuna” porque la variante de ese arte que acá se cultiva parece ser sólo una cara de los distintos rostros que tiene la extorsión. Lo que hace que este 2022 haya sido distinto para nuestra patria, desde mi punto de vista, es que se trata de un año paréntesis, un año que encierra algo que deseamos de algún modo encapsular. Los dos años que precedieron a éste fueron de zozobra y temor. Creo que esta es la primera ocasión en un tiempo considerable, que las familias se reunirán sin recelo, quizá sea la primera vez en años, en que los paranoicos permitiremos que el semejante los abrace y asimismo nosotros intentaremos abrazan a los que nos aman. En este año se respira una especie de optimismo a contrapelo, una suerte de revancha discreta que no nos impele a fanfarronear, sino a agradecer a pesar de los malos augurios y de quienes viven de propalarlos, ingrato oficio el de carroñero que vive gracias a que el otro muere.Quizá estos últimos años sólo nos enseñaron a tener algo de temple y es seguro que nos seguirán augurando un futuro cercano en el que la catástrofe sentará su reino. A esos le decimos que es probable que así sea, pero mientras tanto aquí seguiremos, acaso agazapados, y también sonrientes. ¡Felicidades!
Juan Casas Ávila
@contraperiplos