Tal y como otras ciudades lo hacen León se conmueve al venerar la imagen guadalupana. Con ello reconstruye el acontecimiento mariano que, debido a la fe popular, busca atender los sentimientos básicos del pueblo. Ahora bien, al llevar a los niños vestidos como Juan Diego Cuauhtlatoatzin provoca que nuestra habla, nuestro cantar —“la lengua es el espejo de la evolución de la cultura” (Ángel María Garibay, dixit)— nuestro castellano literario heredado sea permanente; pues el nombre del hoy santo deriva hacia el diminutivo en plural: “Juandieguitos” y éste a su vez cambia, por apropiación cultural, al de “inditos” que usamos en el Bajío mexicano: diminutivo a cada paso (Peter Boyd-Bowman, dixit).
Recordemos que […] “en Guanajuato, la afición por los diminutivos depende de la edad, el sexo, el oficio y la condición social del hablante. El uso continuo de los diminutivos en el habla familiar caracteriza a la gente humilde, sobre todo a las mujeres. Por lo común, los niños y ancianos muestran mayor afición por los diminutivos que los adolescentes y las personas de mediana edad.”
Lo anterior se relaciona también con el uso del antiguo diminutivo en –ico, según Boyd-Bowman. Allí se menciona el registro de la disimilación de una velar precedente, como Dieguito. No se dice Dieguín, no se utiliza el hiporístico Dieguín. Es decir, “los hiporísticos, [son] nombres de singular interés por mostrar muchos de ellos las deformaciones debidas a la acción psicológica y el rudimentario sistema fonemático de los niños que aprenden a hablar.” Por lo tanto, así se llega al nombre castellano compuesto de Juandieguito y por ende al de indito.
Asimismo, en el diálogo entre la virgen María y Juan Diego, que reproduce la tradición del Nican Mopohua de Antonio Valeriano apunta que “(...) oyó que le llamaban de arriba del cerrillo y le decían: “Juanito, Juan Dieguito”. (...) Juanito, el más pequeño de mis hijos, ¿adónde vas?”.
Si bien Juan Diego le llama “la más pequeña de mis hijas” no tardará en utilizar —con mayor confianza— el diminutivo “virgencita” agregando luego: “mía, Hija mía menor, Señora, Niña.”. Ella responde con un maternal “el más pequeño de mis hijos” que equivaldría a decir hijito mío, y que utiliza también líneas más adelante la virgen según registra el relato referido.
La tradición habla entonces de los “Juandieguitos” del siglo XIX que son los inditos de León del siglo XX y lo que va del XXI que visitan (ahora lo harán de manera virtual) a la Morenita del Tepeyac en el Santuario de Guadalupe del cerrito de la Soledad cada 12 de enero.
* Poeta leonés. Editor fundador de Grupo Ochocientos y actual director del Centro de Investigación y Estudios Literarios de León (CIEL-LEÓN).