Sin tener un plan de trabajo que vincule, dentro de la política cultural que tanto necesita el Municipio de León, a los artistas, promotores culturales y maestros para beneficio de los ciudadanos, Lisette Ahedo Espinosa, nueva titular del Instituto Cultura de León, ICL se lanza sin pena ni gloria, es decir, sin un solo diagnóstico cultural de por medio, a tratar de resarcir con el gremio cultural y artístico la nulidad con la que lo atienden así como el poco interés para desarrollar a sus protagonistas con miras a saber abonar y cultivar el espíritu de todos.
La encomienda que tiene, dada por alguien o algo, es dar a conocer los “tantos programas y convocatorias” que maneja la institución para que los artistas “tengan las condiciones correctas, los montos de los programas que están hechos, es decir, que el portafolio de Fomento a creadores esté bien realizado, pensado y ejecutado con los creadores”.
Lo anterior se concentra en dar aviso de ocasión de lo que todos sabemos ya que la nómina de “eventos culturales” está muy bien etiquetada con el recurso propuesto para ejercerlo dentro de los programas consabidos: Feria Nacional del Libro, Territorios Culturales, Festival Internacional de Arte Contemporáneo, FIAC, por citar algunos. Para ello realizará “mesas de trabajo” como cuando se detuvo el FIAC o bien cuando la Muestra de Teatro Leonés, MUTEA migró a Concurso de Teatro para finalizar en Encuentro de Teatro. O la Comisión de Bellas Artes, COBA que recaló demasiado entre 1998-2000.
Todo bajo el marco normativo, pero poco estudiado, de la llamada “Ciudadanización de la cultura”, concepto acuñado en tiempos de la gestión de Sari Bermúdez como presidente de Conaculta
2000-2006 que bajo el amparo de Eudoro Fonseca Yerena pervivió como tema de relevancia en los primeros tres años del sexenio de Vicente Fox pero que contribuyó a mermar el desarrollo de una política cultural democrática auténtica para convertir el modelo en buenas intenciones.
Nada más falso pues la descentralización que se buscaba sólo orilló a concentrar los fondos económicos para ofertarlos a los políticamente correctos sin pensar en el desarrollo de la política cultural. Volvemos al mismo bucle del tiempo en León, donde se presenta como novedad la devolución de la voz al gremio cultural y artístico por parte de la Institución operante. En verdad que no tenemos memoria.
Juan Carlos Porras