Cultura

Un manual para hackers del siglo XXI

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  • Un manual para hackers del siglo XXI
  • Juan Carlos Hidalgo

La ciencia ficción no es un género fácil de abordar; es exigente, demandante. Requiere de mucha investigación y estudio. En el pasado quizá era más sencillo al tratarse de un ejercicio que rondaba los linderos de la fantasía. Los expertos nos han hecho ver esa gran capacidad especulativa. Con gran permisividad se podía entrever y disertar acerca del futuro.

Eso era antes. Las cosas han cambiado radicalmente y muchas de las añejas predicciones están superadas con gran amplitud. Hoy día la carrera –una guerra encarnizada- tecnológica transforma una y otra vez los paradigmas. Las dimensiones se han acotado. Vamos, que el tiempo no es lo que era. Y el espacio también ha volteado al interior; al universo que existe adentro de cada ser humano y también en el resto de la materia –orgánica e inorgánica-. De un nanosegundo a los eones.

Como lector, tengo la impresión de que la ruta de la ciencia ficción escrita desde América Latina ha seguido un proceso discontinuo. No considero que haya ido fluyendo sin rupturas, dado que además era calificada como un subgénero –casi de menor importancia-. Se pensaría que desde nuestro continente es difícil asomarse a los avances más velados de la tecnología y la ciencia. Pero siendo que se han convertido en elementos tan utilitarios y también comerciales, pues resulta que ahora tenemos a una generación capaz de enfrentarse al tú por tú con los supuestos líderes.

La computación, la informática, la genética y todo lo relativo a la globósfera no son sino nuevos territorios de combate donde se libran encarnizadas batallas –legales o no-. El asunto que tiene que ver con el hecho de revelar información comprometedora y turbia es apenas la punta de uno de los tantísimos icebergs existentes.

Resulta demencial imaginar que desde un remotísimo poblado pueda estar gestándose una nueva revolución cibernética. Así lo hace uno de los tecno-terroristas que transitan por la segunda novela de una joven escritora argentina que obtuvo gran atención mediática con su debut: “Las teorías salvajes”. Sin duda que Pola Oloixarac (Buenos Aires, 1977) se ha esforzado al máximo a la hora de plantearse una incursión a profundidad al mundo de los hackers.

Y lo hace no sólo desde la capital de la República Argentina sino desplazando un centro de investigación de vanguardia hasta un alejado paraje patagónico. Lo que comienza con un vínculo al negocio de los videojuegos y otras tecnologías aplicadas termina por yuxtaponerse con conceptos propios de las neurociencias y la idea de crear maneras inéditas de atacar y corroer al sistema mundial de flujo de datos.

Al comienzo de “Las constelaciones oscuras” –editada por Mondadori- reiteramos lo bien que conoce Pola al ambiente universitario. Y nos presenta a distintos tipos de nerds implicados en diversas causas y proyectos en los que verter su erudición, pero que, como era de esperarse, tienen una vida privada y sentimental casi inexistente y con escasas posibilidades de progresar. Hasta ahí la conexión con lo que ya había probado. Porque también dosifica insertos de la vida de antiguos investigadores y exploradores para los que la botánica representaba una actividad que ponía en riesgo incluso sus vidas. Esa sensación de peligro es lo que conecta al pasado, presente y futuro.

Esta novela reitera que nos hallamos en un tiempo absolutamente interconectado y en el que la simultaneidad es un elemento clave de su esencia. Y en medio de una gran circulación de conocimiento e información tenemos a esos genios precoces que se encuentran en posición de subvertir el orden existente apenas en cuanto se decidieran. Eso precisamente es lo que encarna Cassio, un argentino-brasileño, con dotes operativas y teóricas sobresalientes y con ganas de sabotearlo todo.

El joven representa a todos esos fans de “Star Wars” y “El señor de los anillos” que ante la disfuncionalidad de sus vidas se erigen en geeks a punto de controlarlo todo en el caso de superar su apatía y aburrimiento. Hasta se les hace sencillo obtener dinero rápido con sus habilidades. Pero lo sorprendente es que Cassio concibe una revolución que sea imperceptible, silenciosa y casi definitiva. Pretende adelantarse a lo que se ha teorizado acerca de la interrelación entre biología e informática. Al tiempo que anhela desaparecer y fundirse en el anonimato.

No se trata pues de alguna distopía o un arranque ciberpunk, aquí la crisis de identidad y el vacío de sensaciones y sentimientos serían detonantes de un colapso cercano, muy cercano. Y no es que Oloixarac se ponga futurista; todo lo que narra podría estar pasando o incluso formar parte del pasado. En este instante el cataclismo de la especie a través de la tecnología podría estar ya en curso.

Así, “Las constelaciones oscuras” es un libro complejo en sus 237 páginas, pero estimulante y sumamente vital. A Pola podía haberla devorado la academia, pero también conoce a fondo lo que se cocina en las calles y los bares. Desde ahí los enfants terribles no sólo trazan quimeras sino que tienen las herramientas suficientes para poner a temblar a gobiernos y corporaciones.

¿Qué estaremos haciendo en el 2024? ¿Esto ya será historia con tufo pestilente? Hoy día hay un encanto poético al leer: “Acarició con cierto anhelo la posibilidad de dedicarse a la computación especulativa, consagrarse a la creación de armadas digitales cada vez más singulares y complejas. Tanto él como sus criaturas podrían guarecerse bajo el manto de la invisibilidad universitaria, circular impunes bajos el formato de la posibilidad… había que hackear el mundo y de todos los mundos, elegir el que valía la pena”.

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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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