Como no hay fecha que no se llegue ni plazo que no se cumpla, el gobernador de Coahuila, Miguel Ángel Riquelme Solís, rendirá este jueves su sexto y último informe de gobierno.
Deja un estado en paz y con crecimiento económico, como resumen de su sexenio.
Sin confrontarse abiertamente con el gobierno federal, el mandatario saliente asumió en todo momento una postura de independencia, de exigencia y de señalamientos puntuales, ante el maltrato del presidente, Andrés Manuel López Obrador, traducido, sobre todo, en reducciones presupuestales y eliminación de fondos, que perjudicaron a la entidad.
Para el año entrante, considerando el Presupuesto de Egresos de la Federación, a Coahuila le habrán quitado más de 22 mil millones de pesos.
A pesar de todo, Riquelme Solís deja cero deuda a corto plazo y un Coahuila en marcha con condiciones sumamente atractivas para concretar nuevas inversiones, lo que le permitirá al entrante, Manolo Jiménez Salinas, cumplir su compromiso toral de campaña: llevar a Coahuila “al siguiente nivel”.
La labor del torreonense, egresado de Instituto Tecnológico de La Laguna, contrasta con los resultados catastróficos y de desbordada corrupción que dejaron recientes gobiernos priistas de otras entidades encabezados por Javier Duarte, en Veracruz; César Duarte, en Chihuahua; Roberto Sandoval, de Nayarit; Tomás Yarrington y Eugenio Hernández, de Tamaulipas, que acabaron en la cárcel.
Otros más, temerosos de sufrir la misma suerte, se declararon morenistas o aceptaron una embajada.
Miguel Ángel Riquelme siempre dijo que no aspiraba a ninguna embajada en el actual gobierno federal y que seguirá militando en las filas priistas.
Y aunque ha precisado que tampoco anda en pos de otros puestos públicos posiblemente lo invite su partido a contender por una senaduría.
Otro aspecto a destacar es la finura en el proceso de entrega-recepción, que ya inició legalmente, si bien desde hace semanas se viene adelantando de manera extraoficial, lo que habla de la coordinación y entendimiento entre ambos mandatarios, al que le faltan tres semanas, y el que rendirá protesta el primero de diciembre.
El saliente deja un trabajo satisfactorio, que no se veía desde los tiempos de Enrique Martínez y Martínez.