Prosiguen las campañas electorales en medio de un auténtico cochinero. Qué lamentable que nuestros impuestos se dilapiden de forma tan grotesca, ruin e inmoral.
Candidatos vemos, propuestas no sabemos porque todo se ha ido por la banalidad y por una guerra sucia. Vemos candidatos a diversos puestos de elección popular para puestos estatales y municipales, así como a diputaciones locales y federales en demostraciones de bailes, cuenta chistes barateros, haciendo gala de sus discapacidades histriónicas y de su uso del florido lenguaje con el que se conducen y aquí no se distinguen partidos, todos andan por las mismas.
Sus campañas se han montado en redes sociales para difundir y promover sus candidaturas, lo cual no tiene nada de malo si no fuera porque su plataforma de propuestas a la solución de los problemas que aquejan a sus comunidades es prácticamente inexistente o paupérrima. ¿Es esta la democracia a la que aspiramos como país?
El nepotismo en su más pura expresión, heredando potenciales puestos de elección de padres a hijos, alta sospecha de incursión de dinero sucio en las campañas, INE y Trife bombardeados desde lo alto del Palacio Nacional por el titular del Poder Ejecutivo que no mete sus manos en las elecciones, sino más bien, nunca las ha sacado y está en permanente campaña en su favor y de los suyos. Simplemente lamentable.
Atrás quedó la política de forma y fondo que no se añora porque fuera mejor o peor sino porque las actuales son una verdadera porquería y porque cada vez nos resultan más costosas y este costo para nada responde al beneficio de los ciudadanos de este país.
La democracia es cada vez más costosa por el inmoral derroche de nuestros impuestos para apoyar a una bola de haraganes que a pocos representan. _