Cuando el futbol se deshizo del fango y el cuero, y aparecieron las botas de plástico y los pastos sintéticos, sospechamos que el juego al que nos habíamos suscrito por herencia y tradición, acabaría siendo un producto hecho con el mismo molde. La época de la fabricación en serie retiró una serie de costumbres naturales: al diablo con los tacos negros, los uniformes de algodón y los jugadores de bigote; a cambio, llegaron una cantidad de opciones inimaginables, que a pesar de ser sintéticas, lograron llevarlo a todos los niveles de consumo. Hacia finales del siglo pasado los estadios, que eran vistos como grandes orinales, empezaron a reconvertirse en centros de innovación dedicados al entretenimiento; en paralelo, pasamos de los uniformes análogos a la indumentaria hecha para televisión.
ΩDe repente, todo aquello que había sido tan apreciado como unos pesados tachones de aluminio con botas de piel, se volvió desechable y fosforescente. Los jugadores empezaron a brillar más y a sudar menos. Camisetas pegadizas, zapatillas ligeras, balones voladores y superficies más veloces; fueron el único avance tecnológico que el futbol permitió en más de un siglo hasta la irrupción del VAR: la única decisión en 100 años que de verdad está logrando modificar las tradiciones del juego. Una cosa fue el Mundial donde se probó a niveles federales, y otra muy distinta está siendo su aplicación con civiles: los clubes de futbol. Todos los equipos grandes en el mundo, han sido protegidos de forma natural por el arbitraje humano e imperfecto. La historia del juego tal y como lo conocemos, se escribió llena de errores; no hay marcha atrás, con el video arbitraje, se ha puesto en manos de la ciencia: una nueva época en el futbol acaba de empezar.
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VAR para todos
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José Ramón Fernández Gutiérrez de Quevedo
México /