La dislexia, el bullying y la depresión, en ese orden, le persiguieron durante la infancia y buena parte de su adolescencia; nacido en Gainesville, Florida, Noah echó a correr primero por las calles de su barrio, después por los patios del colegio y finalmente por la pista de atletismo en la universidad.
Su decisión no fue huir, sino superar la adversidad con el único recurso que le ofrecía confianza y seguridad: la velocidad.
En la primera semana de los Campeonatos Mundiales de Atletismo, el velocista estadunidense estableció su mejor marca en los 100 metros deteniendo el reloj en 9.83 segundos. El tiempo de Lyles en Budapest, todavía muy lejos de los 9.58 de Usain Bolt, no alcanza para meterlo entre las 10 mejores marcas de todos los tiempos en una distancia dominada en los últimos 20 años por Powell, Gay, Blake, Gatlin y el legendario Bolt.
Pero Noah, cuya mayor proyección está en la prueba de 200, clasificó ayer para la Final de hoy (13:50 hora de México), marcando 19.76. Un tiempo muy discreto considerando que su mejor marca con 19:31, el segundo mejor registro de la historia en esta distancia, lo coloca a solo 12 centésimas de igualar los 19:19 de Bolt.
Noah, al estilo de Usain, corrió con desparpajo deleitándose en los últimos 50 metros donde bajó el ritmo y aflojó el cuerpo reservando todo su encanto, energía y astucia para la carrera final. Al cruzar la meta dejó un mensaje muy claro: lo mejor está por venir.
Bajo estos parámetros la histórica marca de Bolt en los 100 metros, que cumplió 14 años de vigencia hace unos días, no corre ningún riesgo. Pero sin ninguna duda el tiempo de Bolt en los 200 se mantiene bajo amenaza por primera vez en la historia.
Construido por los húngaros para un momento, el estadio denominado Centro Nacional de Atletismo de Budapest podría estar a solo 13 centésimas de atravesar una de las épocas más importantes en la historia del deporte.