Tiempo. Portada de la revista Time que lo ha elegido el atleta del año, Lionel Messi vuelve a acaparar un debate que terminará cuando se retire: ese día nadie podrá compararse con él. Al final de su carrera acumulará más títulos, trofeos, marcas y reconocimientos que ningún futbolista en la historia del futbol. La mayoría de ellos con justo merecimiento y algunos, los menos, con cierto sentimiento de injusticia o desproporción: este último, el del atleta del año, junto a un par de Balones de Oro que en su momento parecieron excesivos, pertenecen a la colección de exageraciones propias de los electores que confunden la trayectoria con el rendimiento o la popularidad. Messi no necesita más premios, desde hace tiempo ha quedado claro la clase de atleta que fue.
Casta. Decía un buen amigo ex futbolista que las semifinales son la auténtica medida del alto rendimiento: la línea que separa a un equipo del resto y el último punto en el camino para llegar a una gran final, después, cualquiera puede salir campeón. Mi amigo nunca levantó un título, se quedó en esa línea varias veces por lo que se considera un especialista en semifinales, jugó algunas finales, pero no ganó ninguna. Los cuatro semifinalistas del futbol mexicano llegan a esta fase con defectos, virtudes y aciertos, pero en este tipo de partidos donde la experiencia es un grado, hay equipos determinantes, acostumbrados a jugar semifinales como si fuera un partido más, a eso en el futbol se le llama casta.
Suerte. Brasil, Argentina, Estados Unidos y México como cabezas de serie, esperan rivales de grupo en el sorteo de la Copa América que se celebra mañana en la ciudad de Miami, la última moda de las sedes. Como todos los sorteos guarda un misterio, una curiosidad y un anhelo que los convierte en grandes eventos. Hay algo del viejo futbol en esos bombos y esas pelotitas que siguen dando un lugar relevante a la suerte.