Para cualquier aficionado resulta difícil entender cómo un mismo deporte puede tener dos ligas compitiendo en diferentes etapas a lo largo del año. Cuestiones geográficas, meteorológicas y, sobre todo, económicas influyen para que el beisbol en México se divida entre invierno y verano. Todos los factores que explican y defienden la existencia de la Liga del Pacífico y la Liga Mexicana como organizaciones tan independientes como complementarias son válidos. Pero de la misma forma deben analizarse a fondo todas las variables que permitan imaginar una posible unificación del beisbol profesional en nuestro país, con el único objetivo de fortalecerlo. Por la razón que sea, a nadie conviene un deporte separado por el mercado. El principal competidor del beisbol mexicano no puede ser el propio beisbol mexicano. En tiempos donde la fragmentación de audiencias es tan elevada, merece la pena detenerse a pensar cuál es la estrategia más acertada para concentrar la mayor cantidad de público y recursos en una sola liga y temporada. La discusión no es cuál de nuestras dos ligas es más grande, más tradicional, más valiosa o más competitiva; el éxito no está en sus diferencias, sino en sus semejanzas. Encontrar esos puntos en común es muy sencillo: un bat, un guante y una pelota. El reto está en hacerlos coincidir en tiempo y forma una labor que exige una tremenda inteligencia comercial. Si el beisbol mexicano decide caminar algún día rumbo a la unificación, está obligado a encontrar un modelo espectacular para los aficionados, atractivo para los medios, rentable para los patrocinadores y sostenible para las franquicias. De lo contrario, es mejor no correr riesgos y dejarlo como está. La unificación tiene sentido, lo que hace falta es que cobre sentido. Se requiere un importante equilibrio financiero en todas las plazas beisboleras del país: unificar las ligas depende de unificar sus canales de ingreso y distribución. El beisbol goza de un apoyo y atención histórica por parte del Gobierno Federal, sus posibilidades de desarrollo viven un momento único que nadie debe desaprovechar. En México hay suficiente cariño, tradición y afición por este deporte, vale la pena intentarlo.
La unión hace la fuerza
- Cartas oceánicas
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José Ramón Fernández Gutiérrez de Quevedo
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