El Club Deportivo Guadalajara y el Athletic Club de Bilbao, ambos rayados, rojiblancos y centenarios, coinciden también en esa necia tradición de jugársela con jugadores originarios de su tierra: por más que el mundo cambie, estas instituciones mantienen un fuerte arraigo que les permite, precisamente, ser originales. ¿Hasta qué punto esta tradición seguirá siendo más importante para Chivas y Athletic Club que para sus aficionados? Como sucede con las fronteras, las líneas de origen cada vez son más delgadas y los nacionalismos en nuestro tiempo enfrentan cuestiones ideológicas, políticas y humanas que tienen poca relación con la lógica social que humaniza el deporte.
Durante años, la política de fichajes del Athletic Club ha tenido que ir alargando la regla y el territorio a conveniencia del fichaje para poder competir, de futbolistas nacidos en País Vasco a futbolistas de origen vasco nacidos en cualquier sitio y futbolistas sin ningún origen ni nacimiento vasco pero criados allí, está llena su historia. Con Chivas sucederá lo mismo y me alegro porque la mexicana, que es una de las nacionalidades más ricas, profundas y queridas, también es una de las más universales: somos ciudadanos de todo el mundo. México lleva décadas despidiendo a millones de abuelos, padres, hijos y nietos que dejan su tierra para seguir adelante, todos ellos se llevaron sus raíces consiguiendo algo que explica el fenómeno de la territorialidad: hicieron más grande a los Estados Unidos y a este país.
Partiendo de esta base más espiritual que territorial, original o constitucional, el Guadalajara no debe tener miedo a sus tradiciones, sino a dejar de enriquecerlas con la evolución natural del mundo, la cultura y la sociedad. Por diferentes razones estamos viviendo una de las épocas de mayor movilidad y migración en la historia de la humanidad. Para muchas personas buscarse la vida significa encontrar un país para poder vivir o sobrevivir. Un club de futbol, cualquiera que sea, no puede evadir la realidad en defensa de una tradición que, con todo respeto, no representa los valores de nuestro país. Dicen en Bilbao que un vasco nace donde le da la gana y la verdad es que un mexicano también.
