Una buena parte de la historia del Real Madrid se ha contado mal: nos dijeron o hemos querido escuchar, que se trata de un equipo sin cantera. Nada más falso que esa afirmación, confundida oportunamente porque su gran rival construyó una leyenda a partir de la crianza artesanal de futbolistas.
Pues bien, la producción de jugadores del Madrid es muy grande y muy rica, pero se conoce poco y se disfruta menos porque ha cometido el error de prestarla, venderla, alquilarla, hipotecarla o ignorarla.
El problema del Madrid es que en algún momento de su vida, le dio por llamarle “La Fábrica” a ese lugar al que todos llamamos cantera, quitándole romanticismo a la entrañable labor de formar juveniles y evitando la poesía que la palabra “cantera” lleva escrita en piedra.
Formar futbolistas no es lo miso que producirlos, hay una condición innegociable en ello: fortalecer la identidad del primer equipo. Y a pesar de que el Madrid es uno de los principales proveedores de talento del futbol español, en las últimas décadas ha sido imposible identificarlo con una camada, quinta o generación que le representen.
El fin de semana apareció vestido de blanco aquello a lo que la prensa llamará la última de las últimas joyas del madridismo. Se trata de un joven de 18 años, hijo de un ex futbolista uruguayo, que tomó la alternativa durante un partido áspero frente a un rival de trapío como el Osasuna de Pamplona. Rodríguez cruzó el campo del aguerrido y viejo Sadar como un cisne. Su metro con noventa y dos centímetros de estatura enfilados en la posición de ariete, sorprenden por la cantidad y calidad de futbol que el Madrid tiene en sus juveniles.
Cuesta trabajo creer que los futbolistas que jugarán en los próximos años para el club más ganador de la historia, no nazcan en él. Teniendo todo para desarrollar auténticos cracks, el Madrid prefiere salir a comprar. El tiempo, que siempre pone al futbol en su lugar, nos dirá si el pequeño Álvaro en realidad es el nuevo Raúl, o es otro joven a los que este equipo desperdicia. Mientras tanto, esa Fábrica tan rentable a la que el Madrid saca mucho jugo en el mercado de préstamos, seguirá empaquetando juveniles con una etiqueta que dice: hechos en casa.
José Ramón Fernández Gutiérrez de Quevedo