Un Madrid-Barça en Riad explica por qué todas las Ligas necesitan un clásico sano que, al margen de la pasión que provoquen, funcionen como los principales motores y promotores de su campeonato. Esta clase de partidos, de profundo interés nacional y amplia cobertura internacional en todos los casos, son capaces de elevar el nivel de la competición en diferentes aspectos: el espectáculo deportivo, el desarrollo comercial, la demanda televisiva, el mensaje social y la vinculación cultural.
La mejor forma de medir la importancia y trascendencia de una Liga en relación a otra, es la influencia que genera y la audiencia que alcanza su clásico en el mundo. Cuando estos partidos atraviesan las calles de sus ciudades y recorren las carreteras de sus regiones para cruzar las fronteras de sus países, dejan de ser un partido convirtiéndose en un evento, vendiéndose como un producto y comunicándose como una marca. Ninguno alcanzó este nivel manteniendo durante tantos años su carácter internacional como el Barcelona vs Real Madrid: el único clásico con la etiqueta de exportación universal.
Pero no siempre fue así. A principios de los noventas, con la madurez de la televisión por cable y la expansión de la televisión satelital, el clásico español no era tan visto como el River vs Boca y el Milán vs Inter. Argentinos e italianos distribuían muy bien estos juegos, incluso tirando el precio por sus derechos a cambio de alcanzar la mayor cobertura y penetración posible; mientras los ingleses, dueños del Liverpool vs United, rescataban su vieja Liga del hooliganismo lanzando la Premier que por aquellos años, buscaba credibilidad.
El Milán que tuvo años brillantes dominando al Inter y al futbol mundial no supo reinventarse; y el clásico argentino que era el más colorido y emotivo de todos, trasladó al campo los vicios que arrastraba su campeonato volviéndose un partido que transmitía crisis, aburrimiento y violencia. La era digital con Messi y Cristiano. Guardiola y Mourinho, Xavi e Iniesta, Casillas y Ramos a la cabeza del Madrid-Barça, multiplicó el valor de la Liga Española que aprovechó esa oportunidad en el mercado de plataformas digitales hasta volverse el partido mejor vendido del mundo.
José Ramón Fernández Gutiérrez de Quevedo
