Rodeados de banderas y micrófonos los organismos deportivos mexicanos, algunos funcionarios públicos y un puñado de valientes patrocinadores anunciaron la creación de un programa de inversión en deportistas mexicanos de alto rendimiento llamado CIMA: Compromiso Integral de México con sus Atletas.
Nacido en paralelo a la Conade, el proyecto de desarrollo abría un espacio para la iniciativa privada y ofrecía al deporte un espacio histórico en la administración pública. Ambos organismos, CIMA y Conade, representaron la última gran reforma deportiva mexicana y sus siglas encabezaron la coordinación del único esfuerzo entre gobierno y empresarios por organizar nuestro deporte de una forma distinta.
Han pasado 35 años desde aquella mañana de 1988 y los funcionarios cambiaron, los organismos se descompusieron, los atletas se olvidaron, los patrocinadores desaparecieron y el deporte mexicano sigue en el mismo lugar: apalancado a los presupuestos federales continúa detenido en un antiguo y burocrático sistema de financiamiento que le impide desarrollarse como industria.
Es válido exigirle al gobierno más y mejor apoyo para el deporte de alto rendimiento, pero también lo es exigir al deporte que espabile y proponga al gobierno nuevas fuentes de ingreso para gozar de una mayor independencia económica.
Modelos mixtos de financiamiento en los que se involucran el Estado, la iniciativa privada, y la sociedad civil mediante diversos mecanismos de captación de recursos, han sido probados con éxito en países con un alto grado de desarrollo deportivo. Subsidiar al deporte es una práctica que ofrece pobres resultados, porque se le obliga a estirar la mano menospreciando su carácter competitivo y sus capacidades para generar negocio con sus propios medios.
Sin contar las escasas Ligas profesionales, el gran reto del deporte mexicano es encontrar un modelo de rentabilidad sostenida que modernice sus viejos programas de becas, provocando una necesaria competencia por los recursos en el mercado.
Hace falta un pensamiento revolucionario que motive a los empresarios, medios y aficionados a invertir tiempo y recursos para fomentar la comercialización y el consumo de todos nuestros deportes.