Arcilla. La Copa Davis está perdiendo aquel encanto que permitía al tenis pisar terrenos populares, jugada en una sola sede y sin poder aprovechar las ventajas que ofrecía hacerlo como local, el torneo que convertía a los tenistas en seleccionados nacionales olvida su pasado. Mirando a Rusia ganar este fin de semana la ensaladera más famosa en la historia del deporte, es imposible no recordar las polvaredas que levantaba México en el Club Alemán. Pero de aquella arcilla, queda eso, polvo. Encabezados por un jovencito Leonardo Lavalle, Francisco Maciel y Pérez Pascal, los singlistas y doblistas mexicanos de mediados de los años ochenta lograban que la Davis, fuera uno de los grandes acontecimientos deportivos, cada año. Ellos y ella, son el último rastro de pasión que recuerdo del tenis mexicano.
Asfalto. A miles de kilómetros de distancia de la rivalidad Ayrton Senna vs. Alain Prost, uno de los grandes clásicos de la historia del deporte-, la Fórmula 1 ha encontrado en el joven Verstappen y el veterano Lewis Hamilton, un nuevo filón de audiencia que le permite ofrecer una buena historia de asfalto, rodeada de arrebatos, rebases, frenadas, volantazos, polémicas y roces. Hace muchos años que el final de un campeonato mundial no resultaba tan dramático y, por lo tanto, tan humano. Desde 1974, cuando Emerson Fittipaldi arrebató el liderato al suizo Clay Regazzoni, dos pilotos no llegaban empatados a la última carrera de la temporada. Liderando la lucha por el título con 369.5 puntos, Hamilton y Verstappen correrán por la historia el próximo domingo en Abu Dabi.
Hormigón. Quienes por cuestiones profesionales tuvimos la oportunidad de asistir a los estadios de futbol durante todo el torneo Guardianes 2020 jugado a puerta cerrada, pudimos sentir lo complicado que es pelear el título sin un alma en el estadio. La experiencia demostró que esas inmensas tribunas de hormigón, no tienen ningún peso. Al volver, y llenar estadios al cien por ciento de su capacidad, el aficionado ha reivindicado su papel en el juego influyendo de manera determinante en el resultado. El peso de una afición no se mide por el tamaño de su estadio, ni por la cantidad de su gente, sino por lo que es capaz de levantar.
José Ramón Fernández Gutiérrez de Quevedo