Parir estrellas. En medio minuto le pasaron muchas cosas: debutó en Primera División, tocó su primer balón, ese balón se convirtió en gol, con aquel gol su equipo ganó el partido, su nombre se volvió tendencia mundial, sus cuentas de redes sociales pasaron de 40 mil seguidores a 700 mil a lo largo del día, las búsquedas en Google de su nombre se multiplicaron por millones y al día siguiente estaba en la portada de los principales medios impresos españoles: Marc Guiu, un futbolista de 17 años, fue propulsado al universo del futbol a la velocidad de la luz. El canterano del Barcelona ahora tiene tres tareas: aterrizar, volver a despegar y aprender a brillar.
Espíritu equivocado. Paola Longoria lleva todo un siglo, el XXI, dominando el raquetbol: ha ganado todo el oro disponible, levantado todos los títulos que existen y mantenido una carrera a niveles pocas veces visto en el mundo del deporte. Lo único que le falta es competir por nuestro país en unos Juegos Olímpicos. Por desgracia, ni el Movimiento ha sido capaz de reconocer al raquetbol como deporte olímpico, ni el Espíritu de los Juegos ha tenido la nobleza necesaria para ofrecerle un lugar en su programa. A Paola no le queda mucho tiempo, pero su trayectoria como la mejor raquetbolsita de la historia merece una explicación y una disculpa del COI. Querida Paola, no has perdido nada, el olimpismo te ha perdido a ti.
Tres por uno. Entre el AT&T Stadium, el American Airlines Center y el Global Life Field, hay pocas millas de distancia, incluso el campo de americano y el diamante de beisbol comparten barrio. En ellos juegan los Vaqueros de Dallas, los Mavericks y los Rangers de Texas: el próximo fin de semana, uno cualquiera, los habitantes de esta zona podrán asistir a un partido de NFL, uno de NBA y al juego inaugural de la Serie Mundial. Después nos preguntamos por qué el mercado estadunidense es inalcanzable.
