La comunicación ha sido una necesidad de las sociedades desde el inicio de los tiempos. La palabra correo tiene su origen en el verbo correr (latín “currer” =correr), ya que los primeros mensajeros corrían de un reino a otro para dar las noticias de viva voz. Luego, los mensajes viajaron como manuscritos y el servicio fue ecuestre. La existencia de “estaciones” o “postas” (del latín “positum”= puesto) que eran los sitios donde repostaban los correos o donde se refrescaban los caballos, dio lugar al “servicio postal”.
En México, el servicio del Correo Mayor de nueva España, establecido en 1580, es el antecedente directo del servicio postal mexicano. Entre mis recuerdos de la infancia, ubico el sonido socarrón del silbato de tres cañas y la imagen del cartero en su bicicleta con la bolsa de cuero rebosante de sobres cargados de anhelos, nostalgia o esperanza, que en forma de papel y tinta estremecían los corazones de aquellos ansiosos receptores de noticias.
La tinta de la pluma pasó, inicialmente, a la “cinta” de las máquinas de escribir; con la llegada de las computadoras, impresoras, el “correo electrónico” y los sistemas de mensajería en celulares y redes sociales, sentenció a muerte al arte de plasmar las ideas en papel.
Nuestro código postal y el actual cartero (que prácticamente se volvió invisible pues entrega sólo estados de cuenta y propaganda) son reminiscencias de aquel hermoso mecanismo de comunicación tan personal que fue la correspondencia postal.
En la era de las comunicaciones, nos comunicamos por mensajes cifrados, superficiales, escuetos y generalmente impersonales; vivimos de memes y emoticones. Difícilmente hacemos aquel ejercicio de escoger las palabras exactas e hilar frases que expresen de manera justa, y quizá hasta elegante, nuestro sentir. De repente, siento nostalgia por escribir y enviar o recibir y leer cartas. ¿Usted no?
Sugerencias no solicitadas: en Cine, Il postino (el cartero), Letters to Juliet (Cartas a Julieta), Green Book (una amistad inesperada). En Música: Mr. Postman (the Carpenters), Mataron a la Paloma (Carlos y José), Carta a Eufemia (Pedro Infante), Besos de papel (Miguel y Miguel).