El calor es energía en transferencia que viaja de un cuerpo a otro, se debe al movimiento de las moléculas que componen dicho cuerpo.
La medida de la velocidad de las moléculas, o cantidad de calor, se denomina temperatura.
La temperatura es entonces un índice de esta sensación simple que tenemos de frío y calor.
Hace unos días inició apenas el verano en México; escribo apenas porque hemos tenido un final de primavera que se antojaba de pleno verano por las altas temperaturas que se registraron.
Pero, este 21 de junio pasado, ocurrió del solsticio de verano, en el que tenemos el día más largo del año, con cerca de 15 horas luz.
Esa cantidad de horas luz, irá disminuyendo paulatinamente hasta que alcancemos el día más corto, que ocurre en el solsticio de invierno, por allá del 21 de diciembre.
Claro, antes deberemos transcurrir el verano para alcanzar el otoño el 22 de septiembre. Si usted querido lector es de los de mi club, que sufrimos con el calor, seguramente sabrá que habrá que transcurrir en este periodo la “canícula”, espacio temporal en que regularmente tenemos un implacable calor en las dos últimas semanas de julio y las dos primeras de agosto.
En el cuerpo humano, la temperatura corporal debe mantenerse dentro de límites estrechos.
Como ya se habrá dado cuenta ahora que tenemos filtros con termómetros en los comercios debido a la pandemia COVID, nuestra temperatura normal va de 35 a 37 grados centígrados.
El sistema nervioso, a través del hipotálamo, se encarga de regular las variaciones de la temperatura mediante dos sistemas simples: vasodilatación y transpiración.
Al dilatar los capilares que se encuentran cerca de la piel, mayor cantidad de sangre se expone al aire fresco y al intercambiar calor se regula la temperatura interna.
Por otra parte, la emisión sudor a través de la piel mediante el proceso de la transpiración, el organismo intenta bajar su temperatura corporal. El sudor es emitido a través de las glándulas sudoríparas de la piel como una solución acuosa que contiene sal y otros minerales, lactatos, urea, entre otros compuestos.
Es por eso que, al sudar y sentir que el aire evapora el sudor, sentimos alivio ante el calor.
La tolerancia humana a la variación de la temperatura es muy baja; sobre el límite superior sólo dos grados, si se llega a 40 grados el hipotálamo falla y se colapsa el sistema nervioso poniendo en jaque al organismo, en lo que se conoce como “golpe de calor”.
No se muera de calor, es importante mantenernos hidratados (preferentemente tome agua), use ropa ligera (que permita la circulación del aire), evite en lo posible la actividad al exterior en las horas de mayor insolación, si tiene que desplazarse protéjase de la radiación excesiva (usar sombrero o paraguas).