Qué podrían tener en común dos hombres que se dedicaban a diferentes expresiones artísticas? Fuera de ser descendientes de italianos, nada. Uno era escritor de novelas, mientras que el otro, un exitoso cantante. Pero en los primeros meses de 1971, la vida los colocó frente a frente, aunque ese encuentro no resultó tan amistoso como se podría esperar.
Dos años antes la novela El Padrino se situaba en los primeros lugares de venta. Su autor era un sujeto gordo, de lentes, que fumaba habanos, gustaba de apostar, y estaba endeudadísimo. Para su buena suerte, la Paramount vio una mina de oro en esa obra, así que compró los derechos y lo contrató para que se encargara del guion cinematográfico.
Una de las subtramas de la novela habla de Johnny Fontane un cantante venido a menos que busca la ayuda de su padrino, Vito Corleone, porque quiere hacer una película, pero el productor no lo desea contratar. El capo, manda a Tom Hagen para que convenza al productor de contratar a Johnny. Como el tipo se niega, encuentran otra forma de hacerlo entrar en razón: ponen en su cama la cabeza de su caballo favorito valuado en 600 mil dólares. Un día después Johnny es contratado.
Este pasaje que es una anécdota más de la novela significó mucho para Sinatra. A principios de los cincuenta su carrera iba en picada; no cantaba bien y no ya no era tan popular. Al enterarse de que harían una película titulada De Aquí a la Eternidad (Fred Zinnemann, 1953), buscó por todos los medios conseguir el papel de Angelo Maggio, personaje que no era protagonista pero que parecía estar hecho a su medida.
El productor Harry Cohn lo rechazó: tenía en mente a Eli Wallach. Sin embargo, algo sucedió, porque el hombre de los ojos azules no solo consiguió el papel, sino que además ganó un Óscar. Dicho paralelismo entre la realidad y la ficción despertó rumores en Hollywood y el coraje del cantante. Por eso aquel día, en el lujoso restaurante Chasen’s cuando un amigo en común descubrió a La Voz en una mesa; se acercó para presentarle al autor de El Padrino. Nada más de escuchar Puzzo, el semblante de Sinatra cambió. Murmuró que no iba a darle la mano a ese tipejo, y comenzó a insultarlo. El escritor se sintió incómodo, pero cuando lo vio levantarse y con intenciones de golpearlo, huyó del lugar.
Cuentan que muchos años atrás, en sus inicios, Frank cantaba con la orquesta de Tommy Dorsey, y cuando empezó a tener éxito quiso romper el contrato, pero el director se negó. Un mafioso llamado Willie Moretti le ofreció 10 mil dólares, y tampoco quiso. Dicen que más tarde Dorsey aceptó un dólar simbólico porque mientras firmaba sentía el frío de un revólver sobre su sien. La secuencia de Johnny Fontane quedó incluida en la película de El Padrino. Sinatra no hizo ninguna declaración. El Padrino se estrenó, Francis Ford Coppola ganó el reconocimiento, el éxito y realizó dos secuelas más de la familia Corleone. Y de Mario Puzzo casi nadie volvió a acordarse hasta que falleció, un 2 de julio de 1999, Fue un autor que sin conocer a ningún mafioso escribió una historia con lenguaje, códigos y ritos inventados, mismos que curiosamente los verdaderos mafiosos han sabido copiar.