En una entrevista de 2014 con Darío Arismendi para la colombiana RCN, el periodista le pregunta a Pelé cómo le gustaría ser recordado. El genio responde: “Quiero que cuando hablen de mí, sea de una buena persona, de un hombre de respeto, y que también jugaba futbol”. El video de la conversación le ha dado la vuelta al mundo en estas horas de luto por la muerte de quien alumbró como nadie los estadios, los sueños, los recuerdos de los aficionados en todas partes, en especial de quienes fueron afortunados testigos de su magia.
Sus palabras hacen evocar aquella conferencia de 1956 donde Albert Camus habla de sus años como portero del equipo de la Universidad de Argel (RUA), cuyas derrotas lo hacían llorar por las noches. En ese equipo la regla de oro era el juego limpio, acatando las reglas “deportivamente”. Por eso, decía: “después de muchos años en que el mundo me ha permitido variadas experiencias, lo que más sé, a la larga, acerca de moral y de las obligaciones de los hombres, se lo debo al deporte, lo que aprendí con el RUA, no puede morir. Preservémoslo. Preservemos esta gran y digna imagen de nuestra juventud”.
Como la mayoría de su generación, el cartujo vio a Pelé levantar la Copa del Mundo en el Estadio Azteca. Lo vio por televisión, como todos los partidos del México 70. Su favorita era la selección inglesa, con el enorme Gordon Banks en la portería, quien, por cierto, le hizo una atajada inolvidable al demiurgo brasileño, pero cómo no rendirse ante esa legión extraordinaria comandada por Edson Arantes do Nascimento, la estrella más grande de la galaxia futbolística, pero también, y esencialmente, un gran ser humano.
La muerte de Pelé y las certezas de Camus llevan al monje a anhelar entre nuestra clase política un poco de espíritu deportivo, el respeto a las reglas y a los adversarios. Pese a las diferencias y a la lucha por el poder, por ahora cínica y encarnizada, ojalá aún sea posible un mínimo de decencia entre quienes aspiran a dirigir este país, solo así podrán ser recordados algún día como buenas y respetables personas.
Queridos cinco lectores, con los mejores deseos para 2023, El Santo Oficio los colma de bendiciones. El Señor esté con ustedes. Amén.
José Luis Martínez S.