Cuando la Ciudad de México se incendiaba por la violencia, con un imparable aumento en los homicidios, secuestros y extorsiones, el 4 de octubre de 2019 Omar García Harfuch fue designado secretario de Seguridad Ciudadana por Claudia Sheinbaum. Algunos protestaron por el nombramiento de quien hasta entonces comandaba la Policía de Investigación del PGJ capitalina, pero sus voces se fueron apagando poco a poco ante los resultados positivos de su gestión. En García Harfuch, escribió Pablo Ferri en El País, la jefa de Gobierno encontró, “más que un colaborador de confianza, una plegaria”.
Mientras a nivel federal la ineptitud de Alfonso Durazo propiciaba un escenario de horror, en la CDMX los índices de los delitos de mayor impacto comenzaron a descender después del desastre protagonizado por Jesús Orta, antecesor del ahora cuestionado García Harfuch, un buen servidor público, según la poseedora del cachivache denominado bastón de mando.
Con la anuencia del presidente López Obrador, por ahora ella es incapaz de irse por la libre, Sheinbaum alentó la participación de García Harfuch en la encuesta para elegir al candidato de Morena al gobierno de la capital del país. Si un inútil como Durazo se catapultó de la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana a la gubernatura de Sonora, donde las colosales llamas de la violencia parecen inextinguibles, en los cálculos de la doctora en ingeniería ambiental, la estrella más luminosa de su administración bien podría erigirse como su sucesor para prolongar sus proyectos. No calculó, sin embargo, la delirante rebelión en la granja ultra de Morena, convertida a la vez en baluarte de Clara Brugada, ex alcaldesa de Iztapalapa, y campo de tiro contra García Harfuch, un advenedizo en la tierra prometida de la 4T.
Si ellos ganan, la autoridad de Sheinbaum, más allá del resultado en las elecciones en 2024, se habrá desconchinflado para siempre. Si ella se impone, probablemente la insubordinación crezca en ese partido en el cual, aún sin concluir el affaire Ebrard, nuevas tormentas oscurecen el horizonte. Ceder o no ceder, he ahí el dilema.
Querido cinco lectores, El Santo Oficio los colma de bendiciones. El Señor esté con ustedes. Amén.