En diversos medios, incluso los columnistas más severos con el gobierno de López Obrador coinciden en reconocer su decisión de concederle asilo temporal a un grupo de periodistas y jóvenes científicas de Afganistán, donde el porvenir —nuevamente— se oscurece con la llegada de los talibanes al poder. Desde luego, tienen razón los críticos en celebrar este gesto inscrito en la mejor tradición de la política exterior mexicana.
Después de veinte años de presencia militar estadunidense, la consolidación de la democracia en el país asiático nunca dejó de ser un sueño; en ese tiempo, sin embargo, hubo una relativa libertad de prensa y las mujeres experimentaron la posibilidad de estudiar, trabajar, escribir o divertirse sin miedo a ser castigadas por un grupo emponzoñado por el fanatismo, esa contagiosa enfermedad del alma.
Las primeras en llegar a México fueron cinco muchachas de un exitoso equipo de robótica “que había sido un símbolo de oportunidades para las mujeres y las niñas en un Afganistán sin talibanes”, según el New York Times. En este diario, se recuerda cómo en su anterior gobierno los talibanes prohibieron, entre muchas otras cosas, la educación para las mujeres, recluyéndolas en el hogar, sujetándolas a la voluntad de los hombres.
El equipo afgano de robótica tenía su base en la ciudad de Herāt, entre las montañas y el desierto, ahora sus integrantes se han dispersado por varios países, pero el problema más grave es para quienes no han podido o querido abandonar Afganistán, para mujeres como Salgy Baran, de 18 años, estudiante excepcional. En una nota de AP publicada por MILENIO, Baran cuenta su anhelo de convertirse en médica, ahora no sabe si podrá alcanzarlo. “Con el anterior gobierno tenía metas, lo tenía todo planeado para los próximos años. Pero con este gobierno no puedo decir nada. Incluso el mañana es incierto. (…) Ahora mismo no tengo miedo, pero estoy preocupada: ¿me permitirán recibir una educación o no?”, comentó la joven.
Sin duda, es encomiable la solidaridad con quienes huyen del horror talibán.
Queridos cinco lectores, con la voluntad de regresar el próximo 18 de septiembre, El Santo Oficio los colma de bendiciones. El Señor esté con ustedes. Amén.
José Luis Martínez S.