¿De cuál fumaron? ¿Están en su juicio? Las preguntas se multiplican en el estrambótico pensamiento del cartujo. Nunca imaginó los extremos actuales del lenguaje arrabalero en el Senado de la República, donde ciertamente la civilidad y la decencia se han vuelto una quimera, un deseo cada vez más lejano. Menos aún imaginó la ofensa vil, la intromisión en la vida privada,la peligrosa amenaza a una mujer ciertamente polémica, controvertida, peleonera, pero cuya intimidad no le importa a nadie.
La decente senadora morenista Rocío Abreu, sin pecado concebida, tal vez poseída por el espíritu mefítico de su paisana Layda Sansores, reaccionóel pasado miércoles con una infamia ante las burlonas recriminaciones de Lilly Téllez por el video donde se le mira recibir bolsas repletas de dinero, como se acostumbra, ella lo dijo, en Campeche; yen su partido, agrega el monje. Primero la llamó piruja (“Referido a personas que tienen múltiples parejas” o “Persona que ejerce la prostitución”, de acuerdo con las dos acepciones registradas en el Diccionario de mexicanismos. Propios y compartidos, de la Academia Mexicana de la Lengua) y luego, desmelenada, atizó el fuego, quizá sin advertir su propia degradación: “Lilly, no te preocupes,va a salir tu video. Nada más que el tuyo no es para menores de 18 años”.Si existe un video erótico de la senadora panista y Abreu lo difunde, cometería un delito, debería ser consciente de ello si acaso estudia los pormenores de la Ley Olimpia: “conjunto de normas encaminadas a reconocer la violencia digital y sancionar los delitos que violen la intimidad sexual de las personas a través de medios digitales”.
Las palabras de Abreu son paradigma de un puritanismo propio de aquellas santurronas“de pueblo chico” para quienes las mujeres se dividían en dos categorías: las decentes y las pirujas. En la primera, por supuesto, se encontrarían la propia Rocío, Layda, Lucía Trasviña y algunas otras vírgenes y mártires del oficialismo. En la segunda, quienes ellas decidan nombrar, así nada más, por sus pistolas, como se hace con los opositores en Palacio Nacional.
Queridos cinco lectores, El Santo Oficio los colma de bendiciones. El Señor esté con ustedes. Amén.
José Luis Martínez S.