El cartujo camina por el callejón de Manzanares, en el barrio de La Merced, tan frecuentado por él en su niñez y adolescencia. Al pasar frente a la Capilla del Señor de la Humildad, se santigua y recuerda viejas historias sobre este diminuto templo también conocido como la iglesia de los rateros, donde los ladrones y las prostitutas van a implorar perdón por sus pecados y suerte en su trabajo, también a dejar una simbólica cantidad de sus ganancias.
Siempre es útil el blindaje de la fe cuando se camina por la cuerda floja de una actividad peligrosa o ilícita. Por fortuna, en estos tiempos, en nuestro país, los amantes de apropiarse ideas ajenas —experimentados o bisoños— tienen una milagrosa aliada: María Elena Álvarez-Buylla, directora general del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) y Santa Patrona de los Plagiarios; benevolente, atiende sus ruegos y les otorga grandes favores.
Álvarez-Buylla, reconocida internacionalmente por su trabajo “en las ciencias de vida”, como funcionaria de la 4T no ha hecho sino dinamitar su prestigio con decisiones tan insólitas como defender a personas acusadas de raterías intelectuales, entre ellas el fiscal Alejandro Gertz Manero y José Antonio Romero Tellaeche, a quien impuso como director del Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE), ahora le falta dar la cara por Rodrigo Aliphat, coautor con Romero Tellaeche de un artículo en el cual piratean ideas de tres economistas turcos, de acuerdo con un reportaje de Yaneth Aguilar Sosa en El Universal.
El director del CIDE, por supuesto, se ha defendido y negado el robo cometido en compañía de Aliphat, pero cuando el escándalo todavía reverbera en círculos académicos, Aguilar Sosa retoma la acusación de Mauricio Romero, profesor-investigador del ITAM, contra Romero Tellaeche por plagiar párrafos enteros del Premio Nobel de Economía 1998, el indio Amartya Sen, en su artículo “La herencia del experimento neoliberal”, publicado en una revista del FCE.
Por fortuna, Álvarez-Buylla y sus amigos, como todos los funcionarios del actual gobierno, son moralmente indestructibles.
Queridos cinco lectores, El Santo Oficio los colma de bendiciones. El Señor esté con ustedes. Amén.
José Luis Martínez S.