El cartujo vuelve sobre sus pasos, regresa al punto de partida después de haber visitado otras maneras de ver el mundo, de imaginar el futuro. Retorna y revisa los videos del Presidente y las versiones estenográficas de sus conferencias matutinas en Palacio Nacional, imprescindibles, pese a ciertas omisiones, para documentar cómo se abordan los problemas en México y pensar cómo se hace en otros países, sobre todo en esta época de agobio.
Por ejemplo, mientras el 23 de abril, en Alemania, en los primeros días de desconfinamiento, Angela Merkel no se andaba con rodeos al señalar: “No vivimos la fase final de la pandemia, sino todavía el inicio. Tendremos que vivir todavía durante mucho tiempo con este virus”, aquí, el 4 de mayo, cuando la curva de contagios por coronavirus estaba en pleno ascenso, exultante, Andrés Manuel López Obrador decía: “Ya falta poco, ya se ve la luz al final del túnel”. Nadie más la ha visto todavía, pero ojalá muy pronto la luz se haga para todos.
En México, por otra parte, el primer mandatario no cesa de confrontar y descalificar a la prensa cuando lo contradice, cuando desmiente sus cifras o afirmaciones. El pasado viernes lo volvió a hacer, llamó a dos diarios de circulación nacional alarmistas y amarillistas; los acusó de publicar notas sacadas de contexto, “es decir, sin analizar cómo está el mundo, directo al escándalo”. Lo ha hecho con casi todos los medios y lo seguirá haciendo cuando no le gusten las noticias o las opiniones difundidas, aunque tengan bases, es su forma de ser.
Unos días antes, el sábado 16, en un mensaje con motivo del 75 aniversario de la prensa libre surgida tras la caída del nazismo, la canciller alemana había dicho: “Los periodistas deben poder confrontar a un gobierno y a todos los actores políticos con una perspectiva crítica”. Sus palabras le dieron la vuelta al mundo. De acuerdo con la nota difundida por DW (la emisora Deutsche Welle), para Merkel “la democracia necesita ‘hechos e información’, capaces de discernir entre ‘verdad y mentira’ y, a la vez, de proyectar ‘distintas perspectivas de la realidad y diversidad de opiniones’” (el subrayado es del monje).
Con frecuencia zarandeada por algunos medios en su país, Merkel lamentó la situación de la prensa en los regímenes totalitarios y los “ataques que los periodistas también sufren en nuestra sociedad democrática”. Se refería a las agresiones contra reporteros de la televisión alemana en algunas manifestaciones recientes, en tanto en México, donde tantos han sido asesinados, desde el poder se azuza el encono contra algunos periodistas y se toleran infamias y calumnias como las de la agencia gubernamental Notimex contra su personal en huelga e informadores como Carmen Aristegui, a quien desde las redes sociales han acribillado con mensajes de odio, atentando incluso contra su vida privada, algo inadmisible en cualquier debate en una sociedad democrática, pero al Presidente no le preocupa la situación en la agencia de su gobierno (no puede hablarse de una agencia de Estado), no debemos —dijo el viernes— “alarmarnos si hay polémica, lo único que no se vale es el insulto”. ¿Habrá leído los mensajes en las redes sociales, presuntamente financiados por la dirección de Notimex, contra Aristegui, Dolia Estévez y Marcela Turati, entre otras periodistas? Seguramente no, de lo contrario se sonrojaría por mantenerse al margen en esta disputa.
El mundo de los jóvenes
El Presidente difundió un video el 28 de marzo, fue el anuncio de su cruzada contra las empresas productoras de energías limpias en el país. Señalando a los generadores del parque de energía eólica en La Rumorosa, en Baja California, indignado dijo: “Miren cómo afecta el paisaje, la imagen natural. Cómo se atrevieron a dar permiso para instalar estos ventiladores”. Vendría luego la publicación en el Diario Oficial del decreto de la secretaria de Energía, Rocío Nahle, inhibiendo las actividades de tales empresas a partir del 16 de mayo.
Mientras tanto, avanza la construcción la refinería de Dos Bocas, se destruyen manglares y se utiliza combustóleo como fuente de generación energía, una apuesta al pasado más lejano, sin consideración alguna para los niños y jóvenes, para las generaciones del futuro. Pero en eso nadie del gobierno, ni el secretario de Medio Ambiente, advierte “cómo se afecta el paisaje, la imagen natural”.
En un texto desalentador sobre las lecciones del covid-19, el escritor marroquí Tahar Ben Jelloun escribe: el hombre no cambiará, continuará con sus malos hábitos, con su trabajo “de debilitamiento de la naturaleza. Ninguna tragedia global ha servido como una lección para aquellos que han escapado de la enfermedad y la muerte”.
Por eso, él no piensa en los adultos para construir un mundo mejor, sino en los jóvenes. Dice: “La esperanza está en la juventud, aunque la mayoría no ha sido afectada por el virus. Son los jóvenes quienes hoy hacen campaña por un medio ambiente sano y humano, por un mundo unido y respetuoso”.
También Obama, en un emotivo discurso virtual dedicado a egresados de preparatoria, dice: “Si queremos superar estos tiempos difíciles, si queremos crear un mundo donde todos tengan la oportunidad de encontrar un trabajo y poder ir a la universidad, si queremos salvar el medio ambiente y derrotar futuras pandemias, debemos hacerlo juntos”. Y anima a los jóvenes a hacerlo. ¿Y aquí? Nadie piensa en ellos, excepto para pretender pastorearlos.
Queridos cinco lectores, El Santo Oficio los colma de bendiciones. El Señor esté con ustedes. Amén.