Voy a votar para que otros cinco millones de connacionales salgan de la pobreza el próximo sexenio, y, si se puede, muchos millones más. Hasta que la pobreza y la desigualdad, causa de todos, o de muchos de nuestros males, sea erradicada de este país. Quizá entre todos podamos lograrlo.
Voy a votar para que los salarios mínimos se sigan incrementando. Para que haya un sistema de salud cuidadoso y digno para todos, aunque no sea el mejor del mundo. Y, para que los más vulnerables tengan toda la ayuda gubernamental posible.
Voto para que disminuya la inseguridad, el crimen y la violencia, con los menos balazos y la mayor legalidad. Voto para que el más grave drama nacional, el de los desaparecidos, se atienda y no se rehúya, manipule o relegue.
Voto por la autonomía de los tres poderes y de las instituciones que lo requieran. Para que sus funcionarios tengan percepciones correctas, pero acordes con la realidad nacional. Voto en contra de que nuestra democracia sea la más cara del mundo.
Quiero votar para que a los empleados de tiempo parcial en instituciones o empresas nos sigan apoyando con el Seguro Social y las prestaciones que se puedan, las que nos son muy benéficas. Voto por el régimen simplificado de confianza que, a los de ingresos moderados, por decirlo de alguna manera, nos hace la diferencia entre esa extrita que alegra la vida, o sobrevivir apenas, tras un ISR que en momentos pareciera confiscatorio.
Quiero votar para que los del club de los millonetas contribuyan con los impuestos justos que ayuden a mejorar al país al que tanto dicen querer, y del que mucho han obtenido.
Mi voto para que la futura presidenta evite cualquier división, y más bien ayude a sanar un país dividido, con la ayuda de todos, porque sola no va a poder. Voto para que las mañaneras sean un solo día por semana y duren, máximo, un par de horas. Seguro el primer, o primera mandataria, estará muy ocupada al comenzar su día.
Me voy a dar el gusto de votar por el regreso del tren de pasajeros a este país. Quizá sea secundario, pero voto para resarcir el prepotente atentado cultural, aún más que el económico, que anteriores gobiernos le cometieran a México, descarrilándolo. Para que alcancemos el bienestar y la paz que añoramos.
