Política

La calle-río que se llevó a Paola

La noche del pasado miércoles 10 de julio la corriente del Arroyo El Seco arrastró a Paola, una joven de 17 años, cuando cruzó en auto la calle Río Azares en el barrio de Santa Ana Tepetitlán. La camioneta se atrancó en un puente cercano. Paola fue hallada hasta el domingo, sin vida.

El problema es que la “calle” Río Azares es el cauce del Arroyo El Seco, uno de los más impredecibles y peligrosos de la ciudad. Como su nombre lo indica, podrá no llevar agua 360 días del año, pero en los cinco, diez o los que sean, que la lleve, se convierte en un torrente incontenible que arrastra todo a su paso, inunda casas, y, tristemente, engulle personas.

Como mencionaron los vecinos que presenciaron la tragedia, “la muchacha no era del barrio, y no conocía la corriente.” Efectivamente, no tenía por qué conocerla. Las noticias dicen que venía de Bugambilias, y quizá fue esa la ruta que Waze le marcó de regreso a casa. Desde la Glorieta de Bugambilias se conforma una ruta alterna que evita López Mateos Sur y lleva a Mariano Otero y Periférico, a través de la vialidad Callejón del Iris, y las calles de Santa Ana Tepetitlán, en particular, Vicente Guerrero y Camino Nacional, que cruzan Río Azares, punto del accidente.

En el sitio hay una grave anomalía urbanística que debe corregirse cuanto antes: 150 metros del peligroso cauce del arroyo El Seco se transformaron en la calle Río Azares, una calle empedrada cualquiera, si acaso, con una banqueta alta. Nada indica que sea un cruce mortal, más que la propia corriente. Pero de noche, con lluvia y la indicación de Waze, el peligro puede no percibirse.

En cualquier caso, pasar o detenerse en un cauce no debe ser una decisión personal, máxime, si esta vía se vuelve una ruta alterna. Existen varias alternativas para hacer seguro un cruce de este tipo, colocar una barrera manual, si hubiera quien la opere, una automatizada equipada con un sistema electrónico de detección de corrientes, que implica una logística compleja que aún no existe en la ciudad. O bien, un puente, más seguro, aunque más costoso, que requiere cancelar la calle Río Azares, devolviéndola al cauce para evitar más accidentes, aunque los vecinos sientan que “conocen” su arroyo.

Guadalajara se vuelve peligrosa en temporal; debe aprender a convivir con sus aguas. Comenzando por respetar los cauces, en vez de suprimirlos o volverlos calles. Además de tomar todas las medidas de seguridad que sean necesarias. Evitar tragedias es prioridad.


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José Javier Gómez Álvarez
  • José Javier Gómez Álvarez
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