Recuerdo bien cuando se inauguró la renovación del Camellón de Chapultepec, cómo apareció un contingente de jóvenes patinetos prestos a deteriorar -y destruir-, la obra recién estrenada. Azotaron sus patinetas en los nuevos pisos de mosaico hasta desbaratarlos, y, despostillaron y ensuciaron las jardineras de concreto hasta ennegrecerlas, sin que autoridad alguna, o padres de familia, los conminaran a cuidar un espacio recién remozado con dinero público. Recuerdo que la reacción colectiva fue, más o menos, que había que darles libertad, de menos mientras no hubiera en la zona un espacio ex profeso para ellos. Otros incluso criticarían los materiales de la obra, aduciendo que no eran los “adecuados”. Como si fuera posible anticipar lo que no se conocía; antes, que yo recuerde, no había allí tantos patinadores. Más bien, fueron atraídos precisamente por la tersura del piso de mosaico.
Cada quien tendrá derecho a destruir el patio de su propia casa, siempre y cuando no les haga demasiado estruendo a sus vecinos. A lo que nadie tiene derecho, es a echar a perder lo que es de todos. Sí faltaba un lugar de patinaje, habría que haberlo implementado sin deteriorar una obra nueva, sufragada con dinero público, léase, impuestos. Permitirles destruirlo con total impunidad, no es, digamos, la mejor enseñanza que se les puede brindar a los jóvenes.
Salvando las distancias, el Camellón Aurelio Ortega en la Colonia Seattle y colonias aledañas, comienza a sufrir deterioro. Renovado hace escasos tres años con un fuerte esfuerzo del Ayuntamiento y los vecinos. A veces aparecen algunos patinetos azotando sus artefactos, pero no son tantos. El año pasado, en la Romería del 12 de octubre, unos cuantos vendedores de fritanga arrojaron aceite en el andador, que estuvo manchado varios meses. Apenas el sol de mayo y las escasas tormentas del verano terminaron por limpiarlo, más o menos.
¿Será justo que, por el beneficio de unos pocos, por su ganancia en un solo día, se deteriore de esa forma el espacio de todos? ¿Lo que se logró con el esfuerzo de muchos? Ya viene de nuevo la Romería. ¿Podremos en esta ocasión lograr que esos pocos cuiden y respeten lo que es de todos? Esperemos. Esperemos que, en este, y en todos los espacios públicos de la ciudad prive el interés común por encima de la conveniencia de unos cuantos.